Francisco José R. P., antaño sacristán de la basílica de Nuestra Señora de la Asunción de Cieza, tendrá que comparecer ante la juez el día 17 de mayo, en calidad de investigado. Se le acusa de un delito de abuso sexual continuado y dos delitos de agresión sexual continuada a tres monaguillos, cuando estos tenían 12 años.

La juez impone al sacristán (el cual ya no ejerce en Cieza) una fianza de 9.000 euros por las responsabilidades que de la causa se pudiera derivar. «Para asegurar el resarcimiento de las víctimas», se lee en el auto, al que ha tenido acceso LA OPINIÓN.

Los hechos que se tratarán ahora de esclarecer en los tribunales habrían ocurrido entre los años 1999 y 2003. El Juzgado ve indicios de que el entonces sacristán llegó a realizar a los niños «tocamientos genitales» e incluso «penetración anal».

Los tres chicos que denunciaron haber sido víctimas de este hombre relatan también que les masturbaba y les hacía fotografías desnudos, y que, a cambio, el sacristán les daba regalos o les ofrecía puestos de relevancia en el altar e invitaciones a la playa.

La juez, tras estudiar la denuncia de las víctimas, ha llamado a declarar al sospechoso. No procesa, sin embargo, al cura que en aquel momento ejercía en La Asunción, Antonio M. C., un hombre al que las víctimas señalan como encubridor de los abusos presuntamente cometidos por el sacristán. Desde la defensa de los monaguillos indican que recurrirán esta decisión judicial y pedirán de nuevo la imputación del cura, que está ya jubilado.

Antonio M. C. se despedía de sus feligreses en un acto multitudinario en el que recibía el cariño del pueblo después de 23 años en La Asunción.

En cuanto al sacristán, desde el Obispado de Cartagena confirmaron ayer que fue apartado de su puesto en Cieza cuando salió a la luz este escándalo (en el año 2015, con la primera denuncia, a la que se añadieron dos más).

Fuentes cercanas al procesado aseguraron que fue despedido (e indemnizado) tras la sospecha de abusos a niños, y que actualmente no ejerce de sacristán en ninguna otra parroquia.

Son tres los casos que han llegado a los tribunales, aunque desde la defensa de las víctimas, a cargo de la abogada María Camacho, no descartan que existan más chicos que sufrieran estos abusos. Y les animan a denunciar.

Los tres denunciantes, explicaron fuentes cercanas a ellos, vivieron «una infancia complicada» como consecuencia de lo que finalmente relataron que pasaron, «con psicólogos» y, en ocasiones, con coqueteos con la droga. Hoy en día, las víctimas (todas siguen residiendo en Cieza, y una de ellas sufre una minusvalía) tratan de rehacer sus vidas, aunque siguen en tratamiento psicológico.

«Las malas gentes hacen leña del árbol caído», lamentan desde el entorno de las víctimas, en relación a los vecinos del pueblo que ponen en duda su testimonio.

Este periódico se puso en contacto con la defensa del sacristán, que prefirió no hacer declaraciones sobre el caso y apuntó que ha recurrido el auto de la juez.

Consistorio: "Si se confirmasen los hechos, sería un desastre; nosotros, siempre con las víctimas"

El alcalde de Cieza, Pascual Lucas, declaró ayer sobre el caso de abusos y agresión que investiga el Juzgado de Instrucción Número Dos que «si se confirmasen los hechos, sería un desastre».

El primer edil, que recordó que los sucesos que se juzgan habrían sucedido años antes de que él tomase el bastón de mando, apuntó que no conoce a las personas que denunciaron los abusos. Sí al sacristán investigado, el cual, subrayó, ya no ejerce. Insistió en que desde el Consistorio estarán «siempre con las víctimas, que son las que han sufrido», aunque apeló a la importancia de dejar trabajar a la Justicia para esclarecer qué pasó.

Preguntado por el sentir que hay en el pueblo respecto a este caso, Lucas admitió que existe «división de opiniones», entre quienes defienden la inocencia del sacristán y quienes apoyan a los chicos que denunciaron los abusos.