Edificios de Cieza, el segundo libro del doctor, investigador e historiador Antonio Ballesteros Baldrich, ya ha visto la luz. Lo ha hecho en un acto que tuvo lugar el pasado martes en la Biblioteca Padre Salmerón de la localidad, cuyo claustro se quedó pequeño para escuchar las palabras del autor y también las de su presentador, Enrique Centeno, que volvió a deleitar a los asistentes con su excelente oratoria.

¿Qué ha querido contar en esta obra?

He querido plasmar una parte de todas aquellas joyas que los ciezanos tenemos a nuestra vista diariamente y que no sabemos que lo son. Estos edificios, además de formar parte del paisaje urbano, reúnen una serie de características que los hacen únicos. Por no hablar de su historia. Esos inmuebles han albergado muchas grandezas, pero también muchas miserias, tristezas y tragedias.

Los edificios religiosos son los que más embellecen una ciudad. ¿Sucede eso también en Cieza?

En Cieza tenemos muchos e importantes edificios religiosos, los cuales estaban en su día habitados por franciscanos. Nadie recuerda que el Convento de San Joaquín estuvo habitado durante tres siglos por frailes franciscanos que, dicho sea de paso, hicieron una gran labor. La Basílica de Nuestra Señora de la Asunción es un edificio monumental muy importante, como lo es la ermita del Santo Cristo. Más pequeña en tamaño es nuestra ermita de San Bartolomé, pero no menos importante, porque es uno de las construcciones más antigua de la ciudad.

También son importantes las casas señoriales que aún conservamos?

Una de las más importantes es la casa de Diego Marín Barnuevo, hoy convertida en Casa de las Artes. Todos la conocemos, pero, quizás, lo que no sabemos es que el dueño de este imponente caserón fue senador real y diputado a cortes, y a él le debemos que tengamos estación de tren y el actual Puente de Hierro. Este señor nació en esa casa. Quiero decir que los edificios, al margen de su valor arquitectónico, tienen también su historia.

¿Cuántos años de investigación le ha llevado la confección de este libro?

Llevamos prácticamente toda la vida estudiando estos temas. Pero, en concreto, este libro lo comencé hace ocho años, tras publicar el primero en el año 2008 titulado Las Calles de Cieza.

En Cieza, ¿se ha conservado todo lo que se debiera?

Ni mucho menos. Me duele decirlo pero Cieza ha sido uno de los municipios donde más se ha destruido. Aquí derribamos en los años sesenta el inigualable Teatro Borrás, y ya más cercano en el tiempo, en los ochenta, la monumental cárcel del partido, el arco de la Virgencica o el lavadero de la Fuente. La famosa 'tortada' de la Esquina del Convento también fue pasto del 'progreso', y hasta el propio Paseo de Marín Barnuevo, que nada tenía que ver, con todos los respetos, con el de ahora, desapareció.

¿Debería de existir un reglamento de protección para que no se siga destruyendo patrimonio?

Lo vengo reclamando años. Se ha avanzado mucho, pero, con las actuales leyes, los dueños de un determinado edificio pueden derribarlo cuando quieran. Yo tengo mucho miedo con la Casa del Hospicio, situada en la calle Hontana. Data del siglo XVII y es la más antigua que queda en Cieza. Esta casa era utilizada por las comunidades religiosas para hospedar a los forasteros de la orden en sus regulares visitas al municipio. Es difícil que desde las administraciones se puedan controlar estas cosas, pero sí está claro que los ayuntamientos están obligados a conservar aquellos que sean públicos.

Este es su segundo libro pero, no hay dos sin tres?

Bueno, pues sí. Tras años de investigación y después de analizar lo que aún nos queda, he podido acceder a lo que ya no tenemos. Y eso me ha dado pie a idear otro trabajo que, si Dios quiere, titularé La Cieza que se fue.