En 1579 los encargados de realizar las Relaciones sobre Cieza ordenadas por Felipe II expresan: «y el Patrón de esta villa es el Glorioso Apóstol San Bartolomé». El porqué de este patronazgo se puede deducir de la misma relación filipina puesto que según éstas€ «se ha visto que habiendo tempestades se saca su imagen en unas andas y cesan dichas tempestades por su intersección»€ cuestión muy importante, pues en un medio rural como era Cieza y cuya subsistencia dependía exclusivamente de la agricultura, uno de los mayores peligros con que se enfrentaban nuestros antepasados era la aparición de tormentas y tempestades que podían arrasar las cosechas y con ello traer el hambre y la miseria a la población. Y para alejar estas tormentas qué intermediario mejor que San Bartolomé, cuyo poder taumatúrgico frente a estos fenómenos naturales tan dramáticos para la economía local sería, como se ha dicho, la causa de su patronazgo. De hecho la representación gráfica más antigua que poseemos sobre el Santo Patrono de Cieza (Grabado realizado en Madrid en 1785 por Juan Barcelen según dibujo de Joseph Castillo) lo representa protegiendo con su cuerpo a la villa de Cieza de una dantesca tormenta, que con sus rayos y centellas amenaza a la población bajo su protección encomendada. De ahí también que el único milagro atribuido a San Bartolomé en Cieza tenga que ver con todo lo referido, y que fue recogido por el primer historiador local Fray Pasqual Salmerón en su fantástica Historia de Cieza (1777) en uno de sus capítulos€ «del milagroso sudor de la imagen de su patrono San Bartolomé en el conflicto de una horrenda nube que acaeció el 25 de agosto de 1722», donde nos refiere la intensa lucha interior que la imagen del Patrono tuvo para vencer una terrorífica tormenta que amenazaba a la villa y que ocasionó el que su imagen sudara hasta cinco veces para dominarla y que no arrasara a la población.

La fecha exacta de la institución de San Bartolomé como Patrón de Cieza no se sabe, diferentes son las conjeturas que se manejan, pero volviendo otra vez al venerable historiador y humilde franciscano Fray Pasqual Salmerón: «El patronazgo de San Bartolomé sobre Cieza se extiende desde tiempo inmemorial». Y desde este «tiempo inmemorial» la villa de Cieza ha venido rindiendo culto y homenaje a su Santo Patrono mediante la institución de unas fiestas que se celebran todos los 24 de agosto coincidiendo con su onomástica y de las que tenemos referencia al menos desde 1591, en donde figuran entre los gastos del concejo, 31 reales que se gastaron en media arroba de vino en las fiestas de San Bartolomé para convidar al clero y los regidores con motivo de la función religiosa celebrada en honor del Santo Patrón. Así mismo, sabemos que 1592 se trajeron dos toros de Calasparra para correrlos y matarlos en alarde público de caballos con motivo de las fiestas en honor a San Bartolomé de ese año. La organización de estos festejos estuvo a cargo de diferentes instituciones a lo largo de los años, la Cofradía, la Mayordomía y la Hermandad, siempre ayudadas por el Ayuntamiento. A partir de 1801 el rey Carlos IV concede a Cieza una Feria Anual que se asocia con las fiestas populares dedicadas al Patrono constituyéndose desde entonces en «Feria y Fiestas en honor a San Bartolomé». San Bartolomé, cuya imagen (datada en el siglo XVI y atribuida según algunos eruditos a Pérez de Altá) conserva de su antiguo aspecto únicamente la cabeza, pues el resto de la imagen fue destruida en la guerra civil. Reconstruida en 1940 por el escultor local Manuel J. Carrillo con unas características muy similares a la imagen anterior en que se representa según la iconografía típica de su hagiografía: Cuchillo en recuerdo de su martirio (fue desollado), la palma de mártir y el evangelio que ayudó a difundir, a sus pies un diablo al que pisa, único cambio que el artista realizó sobre la imagen anterior, pues el original lo que pisaba era una «diablesa» con sus «teticas» y todo, pero en aquellos años cuarenta del siglo pasado no se podían permitir ciertas libertades, ni siquiera con los santos.

Esta sencilla y venerada imagen tiene su alojamiento durante todo el año en una sencilla ermita erigida en su honor en 1714 y ubicada en uno de los rincones más estratégicos de la antigua Cieza, el barrio de la Fortaleza, ermita que destaca por contar con un «conjuratorio» (uno de los pocos que quedan en la Región de Murcia junto al de la Catedral y el Santuario de la Vera Cruz de Caravaca) y desde donde seguro, más de una vez se oiría recitar : «Tente nublo, tente en ti, no caigas sobre mí. San Bartolomé bendito, guarda el pan, guarda el vino, guarda los campos que están floridos».