Cuando el pasado 15 de enero Joaquín Gómez Rubio, en nombre de la Junta de Hermandades Pasionarias, me propuso que me encargara del acto de presentación del Pregón y Carteles y Exaltación de la Semana Santa de Cieza de 2015, quiero pensar que tardé apenas unos segundos en decidir, y apenas balbucear, un sí que a mí me pareció rotundo, antes todavía de entender por qué yo habría de merecer tan alto honor. Recordé que algo similar me ocurrió cuando el lunes de Pascua de 2012, recién llegado de Cieza, el entonces director general de Prisa Radio España, Alejandro Nieto, me citó en Madrid y me ofreció la posibilidad -y el tiempo necesario para sopesar mi respuesta- de asumir la dirección de la Cadena Ser en la Región de Murcia. En ambos casos, y en quizá dos de las decisiones más rápidas e irreflexivas que he tomado en mi vida, primó por encima de cualquier otra consideración la certeza de acercarme a Cieza y de disfrutar cada día de todas esas cosas que había añorado durante una buena parte de mi vida.

Entre esa serie de añoranzas y nostalgias cíclicas, la más importante para mí es cuando con la llegada de la primavera Cieza se viste de Semana Santa, y la huerta de flores y perfume de azahar. Y como quién les habla hacía en tiempos, empiezan a llegar ciezanos de todas partes de nuestra geografía y de los rincones más recónditos que uno puede imaginar, a la convocatoria de los tambores y los sonidos de la pasión. Yo ahora no, yo estoy aquí y la disfruto y la vivo cada día del año, y además, me han permitido el inmenso honor de evocarla, exaltarla y hasta cantarla.

Por eso, y gracias al ofrecimiento que me hacen mis amigos de La Opinión, os puedo convocar desde estas páginas a que os asoméis a Cieza por Semana Santa. Que lo hagáis con fe, pero también con los sentidos abiertos a disfrutar de su arte, de su religiosidad, del orden incomparable de sus desfiles procesionales, de los actos más peculiares y exclusivos de su semana de pasión, pero también del color y de los olores de su primavera nueva, y de su gastronomía, y de sus paisajes.

Y si además de todo ello estáis dispuestos a aceptar los consejos de un loco enamorado de su Semana Santa, os diré que no habéis de perderos su Prendimiento de Martes Santo, el estremecedor Auto Sacramental adaptado por el calasparreño José Rogelio Fernández Lozano, y las voces del Sermón que invocan a Jesús el Nazareno: «¿ A quién buscáis? -dice Él-, antes de que el Tercio Romano, los ´armaos´, le apresen en el inicio de su tortura, pasión y muerte. La salida del Nazareno del pórtico de la Basílica de la Asunción, el relato de los narradores del Pregón con el recuerdo siempre presente de la imponente voz del añorado Antonio Salas, y la posterior procesión, forman parte de la identidad, raíces y esencia de la Cieza más auténtica.

Si el visitante está forzado a elegir un solo día para visitar Cieza, no dudaría en recomendarle la tarde noche del Jueves Santo. A la tarde, los Hijos de María sacan a una impresionante Virgen, la más andaluza de la pasión ciezana, la Virgen de Gracia y Esperanza, su Real Cofradía del mismo nombre cumple cuarenta años, siendo una de las más jóvenes a la vez que entusiasta de cuantas desfilan en Cieza. Como lo hace también este año Los Dormis, portadora de grandes tronos de nuestra Semana Santa como la majestuosa Oración del Huerto, que celebran su 75 aniversario.

Ya por la noche, a las puntuales 12 de la noche, toda Cieza se detiene y enmudece de ´Silencio´, y apaga respetuosa sus luces cuando aparece desde las sombras del portón principal de la iglesia de la Asunción, y toma la Plaza Mayor, el venerado Cristo de la Agonía del escultor murciano González Moreno. Su silueta reflejada y recortada en la extraordinaria fachada de la Basílica emociona a todo su pueblo, y le recuerda que ha iniciado su camino hasta los mismísimos infiernos, desde donde regresará glorioso el domingo de Resurrección.

Tras su bello Viernes Santo, con dos procesiones emblemáticas, la del Penitente y la del Santo Entierro, en la primera con el desfile del señor de Cieza, el Santísimo Cristo del Consuelo entre otros muchos pasos; desde 2001 Cieza cuenta con un sobrecogedor ´Descenso de Cristo a los Infiernos´, rodeado de antorchas. La Cofradía de Ánimas inicia su camino por la antigua ciudad fortificada y baja por el viejo Muro hasta el río, en un cortejo que impresiona por su sobriedad y aire penitencial.

Pero es el domingo de Pascua cuando Cieza estalla de olor, de color y de gozo, cuando todas sus gentes acuden en torrentera, desde todas sus calles a la búsqueda de los ´Santos´. Es la ´Cortesía´, y la Cieza viva, alegre y llena de fe. La que baila sus pasos al ritmo de alegres composiciones, y en cuyo acto central, cuando los abanderados alzan y bajan acompasadamente sus estandartes, recuerda a todos los suyos, a todos los que hicieron la Semana Santa de Cieza grande, a todos los que guardamos, y a los que se llevaron allá a lo alto, a la Atalaya del cielo en su corazón nuestro lema «A Cieza por su Semana Santa».