La patrona de Cieza, la Virgen del Buen Suceso, fue coronada canónicamente en un acto que ayer domingo presidió el obispo de la Diócesis de Cartagena, monseñor José Manuel Lorca Planes. La nueva corona, de plata fina y revestida de oro, ha sido sufragada con los donativos aportados por todos los ciezanos y después de dos años de cuestación popular. Todos los actos han sido organizados por la Junta de Hermandades Pasionarias de Cieza -JHP-, entidad que mantiene su custodia.

El histórico acto se celebró en la Esquina del Convento y después de que la imagen fuera trasladada en solemne procesión desde la Basílica con la asistencia del alcalde de Cieza, Antonio Tamayo, el diputado nacional Teodoro García y el secretario general de la consejería de Cultura, Manuel Marcos Sánchez Cervantes.

La ceremonia consistió en la celebración de una eucaristía especial en la que fueron coronados tanto el niño que acompaña a la imagen como la propia Virgen. Asimismo, hubo representación con sus respectivos estandartes de las 18 cofradías que componen la JHP.

María del Carmen Guardiola, vicepresidenta de la Junta de Hermandades Pasionarias de Cieza, destacó la importancia del histórico acontecimiento vivido ayer por los ciezanos, ya que, a su juicio, «supone un merecido reconocimiento a nuestra patrona, tanto a nivel del pueblo como dentro del cánones eclesiásticos».

Se tienen noticias de que ya en 1600 existían dos imágenes en Cieza de la advocación mariana del Buen Suceso, una bastante pequeña que se hallaba en el antiguo Hospital de San Pedro, y otra, algo más grande, que se sacaba en procesión.

Tras la demolición del hospital, a principios del siglo XVIII, se trasladará la pequeña imagen a una ermita situada en un cabezo a las afueras del pueblo, donde se veneraba a un Cristo del Calvario. Fue un siglo y medio después, en 1745, cuando se nombró patrona de Cieza a la Virgen del Buen Suceso por demostrar ser milagrosa en numerosas causas. Cuenta también la leyenda que durante unos días, la imagen pequeña desapareció de su relicario y cuando volvió, el ermitaño le preguntó donde había estado. Cuál fue su sorpresa cuando la Virgen le respondió que había ido a salvar a unos náufragos que la habían invocado. El ermitaño pudo comprobar que tenía el pequeño manto manchado de arena.

Durante la Guerra Civil Española, fueron destruidas las imágenes de la Virgen, tanto la grande como la pequeña. La actual fue tallada por el escultor González Moreno en 1945, año en el que también se proyectó la construcción de su actual santuario en el Collado de la Atalaya.