¡Tremendo! La reflexión que plasmé hace un par de semanas en este mismo rincón del periódico insinuaba que una especie de mano negra se había empeñado en arruinar la temporada veraniega en nuestro litoral. El cierre de playas a un paso de aquí por la aparición de la carabela portuguesa, la foto de un ejemplar de esta medusa ´asesina´ frente a un hotel de La Manga que circulaba por las redes sociales, la porquería que se acumula en el Mar Menor y que los vecinos de la zona ya han trasladado a la sede del Gobierno regional y frente a la Asamblea, el avistamiento de orcas nadando frente a la bahía de Mazarrón o la reducción de las banderas azules que hemos experimentado en los dos últimos años eran los argumentos que esgrimía entonces.

Hoy, la insinuación ha derivado hacia la certeza más absoluta de que existe una fuerza invisible o una especie de lado oscuro que la ha tomado contra nuestras playas y que quiere que la temporada turístico-veraniega sea un rotundo fracaso. A lo expuesto anteriormente, se han sumado esta semana otras dos noticias cuanto menos rimbombantes. La primera de ellas revela el hallazgo de más de doscientos artefactos de la Guerra Civil entre las rocas del fondo marino de cala Cortina, entre los que destacaban diez granadas que tuvo que neutralizar un Grupo Especial de Desactivación de Explosivos de la Armada (GEDE). La operación requirió el desalojo total de la playa y del aparcamiento, por precaución.

La segunda información a la que me refiero es aún más pomposa. «Una bola de fuego sobrevoló el Mar Mediterráneo frente a las costas de la Región de Murcia y Almería durante la madrugada de este miércoles 23 de mayo», comenzaba la noticia sobre la caída de un meteorito delante de nuestras playas a una velocidad de nada menos que 90.000 kilómetros por hora, explicaron los expertos. ¿No me digan que no da que pensar?

Por si los descubrimientos casuales de un armamento de hace ochenta años y los fenómenos naturales no se hubieran confabulado suficiente para echar al traste el portencial como destino de nuestro litoral, nosotros mismos arrojamos más sal a la herida y nuestro consejero de Sanidad subraya las dificultades para encontrar médicos que se desplacen a las zonas costeras en verano.

Lo que ya clama al cielo es que lo que siempre hemos vendido como un tesoro, como el mejor y más seguro de nuestros reclamos, como la total garantía de éxito se convierta en un peligroso enemigo. Ahora resulta que ese sol que tanto nos iluminaba y nos broncea es un arma de radiación dañina para nuestro cuerpo, hasta el punto de que nos recomiendan no salir de casa para evitar su impacto. «Alertan de una muy alta radiación solar», preconizaba un titular de hace un par de días.

Así que entre medusas ´asesinas´, orcas a la vista, fangos en el Mar Menor, ausencia de banderas azules, granadas por desactivar, meteoritos que no tendrán mundo en el que caer, escasez de médicos y el sol como enemigo público, lo mejor va a ser que, al menos en la primera mitad del verano, nos encerremos en el salón a ver el mundial de fútbol con el aire acondicionado encendido, pero a temperatura no muy baja, no vaya a ser que cojamos una pulmonía y salgamos con los pies por delante. Aunque antes, nos queda disfrutar de la Champions del Madrid y, sobre todo, del ascenso del Cartagena. A ver si volvemos a ilusionarnos como hace apenas una década, cuando el milagro de Primera estuvo tan cerca.

Ya que estamos hablando de picaduras mortales y bombas, la que le ha estallado al PP esta semana sí que es potente. Primero el cartagenero Zaplana, detenido y despreciado por todos, echa más leña al fuego que está convirtiendo en un auténtico erial la política en nuestro país. Y cuando la aprobación de los Presupuestos del Estado le daba un clavo de ilusión al que agarrarse a Rajoy y los suyos, acaban quemándose con el tremendo jarro de agua fría que ha supuesto la sentencia del caso Gürrtel, que ha condenado a los políticos implicados a más años de prisión que a los peores asesinos y ha manchado, más si cabe, la reputación del partido. Lo peor ni siquiera es lo que aún está por venir: los juicios de los casos Púnica o Lezo, entre otros. Lo peor es como la cada vez más extensa lista de veteranos del PP condenados o bajo sospecha sentencia también a esos jóvenes que, como nuestro presidente regional, se encontraban entonces dando clases de flauta en el colegio y soñaban con que un mundo mejor es posible.

Ahora, el legado de sus antecesores les dificulta sobremanera aspirar a gobernar nada, porque el partido por el que lo dieron todo cuando eran más jóvenes ha quedado marcado y no van a tener nada fácil desligarse de tanta mala fama para poder optar a gobernar. Sus padres políticos les traicionaron y, si bien sus predecesores lo pagan en los juzgados, ellos, los herederos, lo apoquinarán en las urnas. Porque la peor (o mejor, según se mire) oposición a López Miras o a la candidata popular a la alcaldía, Noelia Arroyo, no la encontrarán en el PSOE, MC, Cs o Podemos. La tienen en su casa política.

Menos mal que la cultura siempre nos da una salida y artistas tan excelentes y comprometidas como Belén Orta despliega su ingenio en el festival contemporáneo Mucho Más Mayo que se celebra estos días en nuestras calles. Su trabajo de esta edición reproduce a la ballena que hallaron varada y muerta en Cabo de Palos en abril y de cuyo estómago extrajeron hasta treinta kilos de plástico. La denuncia que la escultora evidencia de que con tanta basura nos estamos cargando literalmente el mar sirve para trasladarla al PP, en particular, y a la política y la sociedad, en general. Porque estamos tan hartos de tragar tanta basura que van a acabar matando nuestras esperanzas. O como repetía una y otras vez Antonio Resines en Los Serrano y plasmó después en sus peculiares memorias, ´Pa habernos matao´.

Vamos, que disfruten del verano y no se dejen estropear un momento tan placentero y relajante como hacerse el muerto boca arriba en el agua mientras te da el radiante sol en el agua, sin pensar en nada más que en ese instante. Porque cuando acabe el chapuzón, el baño será de realidad. O de lo que el diablo quiera que echen por la tele, por la radio, en las portadas o en las redes sociales ese día. Off.