La historia de hoy nos lleva a la Cartagena de 1955, una ciudad recuperada de la Guerra Civil desde el punto de vista urbano, pero no así en el terreno social donde el hambre y la miseria aún eran visibles. Fue en este contexto donde se desarrolló la llamada ´Ayuda Social Americana´, una actividad en la que tuvo una importancia fundamental la Cáritas de los Estados Unidos de América (National Catholic Welfare Conference) y su homónima española. Gracias a la Ley 480 de aquel país esta asociación pudo disponer gratuitamente de los excesos de producción y ayudar de esa manera a treinta y cuatro países del mundo, entre ellos España.

Pero a nivel nacional este gesto no fue bien visto por el sector ganadero que temía que sus productos no tuvieran salida en el mercado y consideraba un peligro dicha ayuda. Por eso nada más comenzar los primeros envíos de alimentos la Comisión interministerial para el auxilio internacional a la infancia de España tuvo que hacer varias puntualizaciones.

La primera era que la Ayuda Social Americana en productos lácteos estaba destinada solamente a las personas económicamente débiles y enfermas que no consumían esos productos o los tomaban en proporciones insuficientes para su alimentación. La segunda establecía que las Juntas Asistenciales de cada provincia eran las encargadas de formar las listas de beneficiarios elaboradas por las organizaciones que colaboraban en la distribución. La tercera decía que los productos suministrados eran un incremento de la alimentación que en productos lácteos consumían los beneficiarios. Por último dicha Comisión avisaba de que el comercio y destino indebido de los productos supondría la supresión de la ayuda y la sanción correspondiente a los autores de estos hechos. Se trataba en realidad de fomentar o intensificar cuatro servicios; las cantinas escolares o infantiles, la alimentación complementaria para los tuberculosos y sus familias y las madres gestantes y lactantes y niños menores de tres años, el suministro a los establecimientos benéficos y de asistencia sanitario-social, y la asistencia social y domiciliaria practicada por la Cáritas y la Obra Social de la Sección Femenina.

La ayuda comenzó a llegar a nuestra ciudad el 31 de enero de 1955, día en el que el primer cargamento con quinientos paquetes de víveres y equivalente a doce mil litros de leche le fue entregado al Secretariado Interparroquial de Caridad, organismo encargado de la distribución que tenía su sede en la calle Jara. A partir de ese momento se instalaron ocho cantinas preescolares donde se atendió a 550 niños con medio litro de leche a cada uno diariamente, además de otros alimentos. En nueve meses de reparto los niños con edades entre los seis meses y los seis años consumieron cincuenta mil litros de leche.

La aportación alimenticia se hizo extensiva a pobres y enfermos a los que se les repartieron ese año más de 14.000 litros de leche y también importantes cantidades de queso y mantequilla. De estos tres productos hasta el mes de julio el total de kilos procedentes de la Ayuda Social Americana en toda España estuvo cercano a los 29 millones. Pero por encima de cifras y datos soy consciente de que a los lectores les ha resultado entrañable la fotografía que ilustra esta historia, imagen tomada el verano de ese año 1955 por el conocido reportero gráfico cartagenero Juan Saez. En ella se puede ver a dos hermanas de la caridad de San Vicente de Paúl con sus características tocas o cornetes repartiendo leche a los niños pobres de Cartagena. Una instantánea que refleja una época concreta de la historia de nuestra ciudad y ante la que es imposible no pensar en cuántos niños salieron adelante gracias a esa leche fruto de la caridad, la leche americana.