«Di que es el alma de la tienda», apunta Charo al otro lado del local. Se refiere a su compañera, Antonia López Merino, que dejará de serlo a partir del próximo miércoles y que lleva tantos años como empleada que hasta ha cambiado su apellido por el nombre de la que ha sido su segunda casa durante casi cuarenta años. «Todos me conocen como 'Antonia Sevres'. Si a los clientes les dices Antonia López, no saben de quién hablas», cuenta la que posiblemente es la trabajadora más veterana de todo el comercio de Cartagena. «La más antigua de la calle del Carmen seguro, porque no queda nadie en el resto de los establecimientos de cuando yo empecé», explica orgullosa.

Han pasado 47 años desde que una joven Antonia entró con 18 años a la tienda que tenía en la calle del Carmen el conocido empresario José Díaz. Corría el año 1971 y la actividad se centraba en la venta de menaje, hasta que el dueño decidió apostar por los regalos y abrió Sevres en 1979 en otro bajo de la misma calle, con Antonia como única empleada. «En estos cuarenta años, el comercio y la calle han cambiado mucho, pero siempre para mejor. Todo está mucho más bonito y mucho más poblado, antes había edificios abandonados y ahora tenemos fachadas recuperadas que están preciosas», resalta, a la vez que recuerda otros locales con solera que ya no están en la zona, como la perfumería Ayala, la tienda de regalos Segado, la de ultramarinos García Pagán, entre otros. «De aquella época, ya sólo quedamos en la calle la bodega Nicolás, la ferretería Casado, la panadería Solano y nosotros, porque también estaba la de electrodomésticos Bima, pero cerró hace unos meses», relata.

Antonia ha capeado más de cuarenta años detrás del mostrador con una idea muy clara. «Al cliente siempre hay que tratarlo con buena educación y con respeto. Ahora, el cliente es más cercano, pero yo nunca he dejado de atender con corrección y con un trato personal, que no se ofrece en otros establecimientos», cuenta.

«Nunca ha sido un sacrificio»

Ha vendido el menaje que había y sigue habiendo en la tienda de siempre, regalos, muebles de grandes firmas y todo tipo de decoración hasta bolsos, complementos y ropa de distintos estilos. Ha sabido evolucionar con la tienda, aunque en gran medida ha sido partícipe de esa evolución y su labor, junto a la de los dueños y la de sus compañeras, ha logrado que Sevres sea uno de los comercios más emblemáticos y reconocidos de Cartagena. «Tratar con nuestros clientes es fácil, porque son personas con mucho estilo y con una gran educación. Aprovecho para darle las gracias a todos los que han confiado en mí durante tantos años y estoy impresionada, porque muchos han venido a despedirse y a desearme lo mejor. En estos años, he podido preparar las listas de boda de unas clientas y, años más tarde, las de sus hijas. He conocido a familias enteras. Ellas también son parte de esta historia. Tú las conoces y ellas te conocen a ti y confían en tu opinión», subraya.

Admite que va a echar mucho de menos su trabajo, por el que siente auténtica pasión. «Lo que más voy a echar de menos es estar aquí en la tienda en familia. Nunca ha sido un sacrificio, no me he levantado ninguna mañana pensando eso de que menudo fastidio ir a trabajar», comenta emocionada.

A esta veterana empleada, a la que le llega el momento de jubilarse, le impresiona echar la vista atrás y comprobar el cambio que ha vivido en este casi medio siglo tras los mostradores de la que siempre será su tienda, porque ella será la empleada eterna de este comercio, siempre será Antonia Sevres.