La historia de hoy se traslada al paraje de Escombreras, que durante el siglo XIX pasó de ser residencia de pescadores y agricultores a convertirse en un pueblo con tres mil habitantes gracias a la minería y sus industrias derivadas. Entre esas industrias destacó la fundición que con el nombre de uno de los Cuatro Santos cartageneros, San Isidoro, que fue propiedad, entre otros, de Hilarion Roux, hombre de negocios y representante de la famosa casa de banca Rostchild.

Este súbdito francés y su cuñado Simón Aguirre desarrollaron una fructífera actividad en la zona que como ahora veremos no se limitó a lo empresarial sino que también abarcó el terreno espiritual. De ellos surgió la idea de habilitar un edificio para las escuelas gratuitas de niños y, no contentos con ello, decidieron levantar un templo cuya gestación e inauguración recuerdan estas líneas.

El 20 de octubre de 1874, Simón Aguirre, en representación de Hilarion Roux, presentó una instancia al Ayuntamiento de Cartagena que decía textualmente: «que deseoso de que el católico vecindario de Escombreras no olvide las prácticas de nuestra Santa Religión, que son las de todo buen cristiano, ha resuelto construir a su costa y en terreno de su exclusiva propiedad un modesto templo arreglado en su parte exterior».

El edificio, de forma rectangular, medía veinte metros de largo, ocho de ancho y doce de altura, y tenía adosados otros dos edificios también rectangulares para las dependencias de la capilla, a la que se ascendía por una escalinata distribuida en seis tramos de once escalones cada uno con sus descansos correspondientes. Disponía de varios ventanales con cristales en los que se representaban paisajes bíblicos; en el camarín del altar mayor destacaba el grupo de la Santísima Trinidad y a la derecha de la nave otra imagen de la Virgen María.

Interior de la iglesia; al fondo, el altar mayor.

El domingo 29 de agosto de 1875 fue la fecha elegida para la inauguración del templo y el pueblo entero de Escombreras se engalanó con banderas españolas y francesas y arcos de ramaje, y lo propio sucedió con la iglesia que estaba profusamente decorada con multitud de gallardetes. La víspera también fue muy animada con fuegos artificiales y música interpretada por la banda creada y mantenida por los señores Roux y Aguirre.

Al despuntar el alba del día señalado, los repiques de campana y una gran diana anunciaron al pueblo que la ceremonia iba a empezar y la bendición del templo fue realizada por el cura de Alumbres Mariano Rodríguez, que había sido delegado por el Obispo de la Diócesis de Cartagena.

Importantes personalidades y autoridades como el alcalde Jaime Bosch llegaron desde Cartagena a bordo del barco ´Robert Scott´ y fueron trasladados en botes a los muelles de la fundición ´San Isidoro´, que acogió en uno de sus almacenes un magnífico ágape en el que no faltaron el champagne, los puros habanos y los brindis de rigor.

Desde aquel día, la iglesia acogió todo tipo de ceremonias religiosas, fue mudo testigo de los innumerables cambios sufridos en la zona y hoy sus cuatro paredes y el cementerio cercano, ambos abandonados, son los únicos restos que nos recuerdan que hace más de ciento cuarenta años alguien ya habitó un pueblo llamado Escombreras.