La situación de la clase obrera en la España de 1932 debido a la crisis económica y la falta de trabajo originaron una oleada de huelgas generales por todo el país que no tardaron en llegar a una ciudad tan industrial como Cartagena. Durante la segunda quincena del mes de mayo, el alcalde Isidro Pérez San José realizó un viaje a Madrid con la intención de encontrar una solución, pero los resultados no fueron los esperados. Como afirmaba un periódico local pocos días antes del comienzo de la huelga, «se volvió como se fue y como se esperaba que volviese».

El día previsto para el inicio de la huelga era el 6 de junio y la llegada de efectivos de la Guardia Civil a la ciudad dos semanas antes hacía prever que no habría vuelta atrás en la convocatoria. De la documentación conservada en el Archivo Municipal sobre este asunto he querido dar a conocer varias instancias. La primera de ellas la envió un día antes de la huelga el gerente de la compañía de tranvías al alcalde de la ciudad para garantizar el servicio público. Pedía «nueve parejas de artilleros u otros soldados» para la protección de los nueves coches que cubrirían las tres líneas: Los Dolores, Barrio Peral y Santa Lucía. Afirmaba no necesitar protección alguna para las cocheras y la central eléctrica, pues el Cuartel de la Guardia Civil de San Antón estaba situado frente a estas. Y ya puestos a pedir, decía que en caso de existir en el cuerpo de artilleros algunos individuos que supieran conducir tranvías, podrían aprovecharse de ellos por si el personal a su cargo no se presentaba.

La segunda de las misivas dirigida por el alcalde al Vicealmirante Jefe de la Base Naval incluía un listado de panaderías del casco y barrios de extramuros para las que solicitaba equipos de preparación del pan y la protección necesaria por si los huelguistas intentaban algún acto de sabotaje. En la última de las instancias, la autoridad militar respondía afirmando haber dado las órdenes oportunas para que cinco soldados de oficio panaderos del regimiento de Infantería nº 33 se dirigieran a la panadería de don Juan Maestre para elaborar pan, y otros cinco lo hicieran en la de don Pedro Martínez.

En cuanto a la seguridad, las fuerzas y patrullas de los sectores donde se encontraban las panaderías cuidarían del orden durante las horas que se expendiera el pan. Por último, le rogaba al alcalde que se abstuviera de hacerle indicaciones respecto al detalle militar de cómo debía realizarse el servicio.

El día 6 empezó la huelga con un seguimiento desigual en las principales industrias como la Constructora Naval, las fábricas de productos químicos, de cristal y Peñarroya. Ese mismo día, el comité de huelga celebró una asamblea en la plaza de toros para dar cuenta de su reunión con el Gobernador Civil y allí se decidió continuar con la huelga.

Al día siguiente, la ciudad amaneció tomada militarmente pero aun así una manifestación espontánea de huelguistas intentó dirigirse por la calle Mayor hacia el Ayuntamiento. En ese momento, la Guardia Civil a caballo y a pie les salió al paso produciéndose cargas que provocaron varios heridos que fueron atendidos por la Cruz Roja, y no faltaron huelguistas detenidos por coaccionar a algunos comerciantes que intentaron abrir sus negocios. Los momentos posteriores a esas cargas y las detenciones fueron captados por los fotógrafos locales Sáez e Izquierdo en las imágenes que sirven para ilustrar esta historia.

La huelga continuó dos días más llenos de tensiones, reuniones y algún que otro enfrentamiento, pero las promesas del Gobernador Civil de promover obras públicas lograron el fin de las movilizaciones.