Amante del buen café y asiduo de los asiáticos cartageneros, Francisco Antonio Rosas lanzó en el mes de noviembre su nuevo libro, en el que hace un repaso por la larga vida de esta popular bebida que ya lleva en nuestra ciudad más de un siglo y que empezó como una fórmula magistral para sanar a la población del cólera. Desde entonces, ha ido evolucionando y a día de hoy se ha convertido en una de las señas de identidad de Cartagena. Bajo el título de El asiático cartagenero, su creación y evolución hacia la excelencia, el escritor muestra las etapas de la tan reconocida copa, patentada y elaborada especialmente para contener esa mezcla original de café, leche condensada, licor 43, coñac, ralladura de limón y canela.

¿Qué le impulsó a escribir este libro?

Que había un vacío respecto a la copa y a lo que es el contenido y el continente, que es lo especial del asiático y donde está su excelencia. Sabía que venía de muy lejos, por lo que decidí que quería dejarlo plasmado por escrito.

¿Cuánto tiempo le llevó el trabajo de escritura hasta que se publicó y cómo fue el proceso de documentación?

En total me llevó dos o tres años, aunque la documentación viene de más lejos aún, ya que yo ya escribí dos libros anteriormente pero no lo había desarrollado. Además, he accedido a archivos municipales, de Murcia y de Cartagena, a la Biblioteca Nacional, hemerotecas de época, archivo naval, internet... a muchísimos sitios repartidos por toda España.

¿Cómo ha sido la evolución de este café?

Primero se hacía una copa lisa, no la actual que tiene facetas, y esa copa se remonta al año 1907, cuando se crea la Unión Vidriera, fábrica número 1 de Santa Lucía. Luego continúa lo que es el molde, que se utiliza para diferentes bebidas, y ya en el 32 aparece plasmado en un documento como la copa de vermú. Ahí se puede comprobar que es exactamente igual a la copa de asiático, excepto porque el pie era azul y eso se cambió a transparente para ahorrar en costes, pero ya al año siguiente, en 1933, consta como copa de asiático.

Y en cuanto a la receta...

La receta viene de más lejos, ya que hubo múltiples mejunjes que hicieron diferentes doctores para combatir una enfermedad que en Cartagena se conocía como 'el cólera asiático'. A partir de estas fórmulas magistrales nació el asiático que hoy conocemos, que al principio se elaboraba con coñac, café, canela y agua azucarada que posteriormente pasó a ser leche condensada.

¿Con qué dato curioso se ha encontrado a lo largo de su investigación?

Que cuando cierra la fábrica de Santa Lucía, se compran los moldes de la copa a las fábricas de San Antón y de la carretera de Canteras. Sin embargo, existe ahí un periplo en el que José Díaz está fabricando un molde grueso y liso, es decir, sin facetas, y al mismo tiempo estas dos fábricas lo elaboran liso y fino. Es curioso que haya un periodo de tiempo en el que se solapan ambas creaciones, hasta que, de tanto utilizarlo, a José Díaz se le rompe el molde y decide crear el suyo propio, sellado con su nombre y el de la ciudad de Cartagena, del que tiene la patente y que se comercializa en la calle del Carmen. Las otras fábricas cerraron.

¿Suele tomar café asiático habitualmente?

Sí, suelo tomarlo casi todos los días. Es algo tan típico como los michirones.

Si tuviera que recomendar un local en el que pedir un buen asiático, ¿cuál sería?

El Tranvía y El barril del Tapeo hacen asiáticos muy buenos, y en el Ñam Ñam de Puertas de Murcia y Eroski también, entre otros.