Los empleados de los astilleros cartageneros de Navantia se encuentran estas semanas terminando de rematar el casco del primer submarino de la serie 80, que la factoría pública está construyendo en la ciudad para la Armada española. En concreto, estos trabajos van encaminados a verificar que el exterior del sumergible aguantará sin problemas las presiones marinas a las que será sometido cuando salga a navegar en las profundidades del mar. Este casco suele construirse con acero grueso de alta resistencia, posee una estructura compleja y alta reserva de resistencia; así, se divide con mamparos herméticos en varios compartimentos. La estructura deberá poder soportar una fuerza de varios millones de toneladas

Una vez dados los últimos retoques a lo que sería el chasis del sumergible 'Isaac Peral S-81 Plus', la compañía tiene previsto comenzar a equipar por dentro el primero de los cuatro buques que ha ordenado fabricar el Ministerio de Defensa para la Marina nacional.

Visita hoy de altos cargos

Los secretarios de Estado de Presupuestos y Gastos, Alberto Nadal Belda; y de Defensa, Agustín Conde Bajén, tienen para hoy en su agenda una visita institucional a los astilleros de Cartagena. La cita ha sido convocada con el fin de conocer los últimos detalles del nuevo submarino, cuya fecha prevista de entrega es para el año 2022. En principio, también se esperaba la presencia de la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, aunque la dirigente política no acudirá finalmente.

El Jefe de Estado Mayor de la Armada (AJEMA), almirante Teodoro López Calderón, calcula que el coste del primer sumergible ascenderá a 2.135 millones, lo que supone el presupuesto inicial que se destinó para los cuatro buques, tal y como recoge El Español. La máxima autoridad naval de las Fuerzas Armadas calcula que el presupuesto para los cuatro submarinos rozará los 4.000 millones. Es decir, 1.865 millones de euros más. El coste del S-80 se ha disparado como consecuencia del fallo de flotabilidad hallado en 2012, que obligó a engrandar la eslora del buque en 10 metros para equilibrar el balance de peso y reajustar un problema que impedía que el submarino pudiera salir a superficie una vez que estaba inmerso en el mar. Este problema se solventó en 2016, año en el que la nueva arma naval superó una revisión crítica de su diseño, que ha supuesto aumentar su peso en 125 toneladas.

Flotabilidad al margen, la construcción del S-80 también se ha encontrado un problema grave en su innovador sistema de propulsión con motores diésel-eléctrico, denominado AIP. Este inconveniente ha supuesto que Navantia destierre la idea de equipar con este mecanismo a los dos primeros S-80, que, finalmente, tendrán un motor tradicional. No obstante, está previsto que el S-81 y el S-82 cuenten con el AIP una vez que hagan su primera gran carena. El S-83 y el S-84 lo llevarán de serie. Debido a los retrasos del S-80, Defensa se ha visto obligado a alargar la vida útil de los tres buques de la serie 70. Las mejoras costarán 129 millones de euros. Uno de ellos, el Galerna, ya está en el carenero.