En base a la exposición de motivos que constan en la propuesta, el pleno acuerda condenar la persecución llevada a cabo por la dictadura del general Franco contra la masonería en nuestro país mostrando nuestra repulsa a aquellos actos deleznables llevados a cabo bajo el marco de la ley para la represión de la masonería y el comunismo reconociendo la honorabilidad de estos principios inspiradores de la masonería, con el deseo de que en el siglo XXI veamos el día en que cese el sufrimiento de quienes aún hoy soportan persecución, sanciones, condenas penales, exilios o son ejecutados por razón de la defensa de la masonería y de sus ideales profundamente democráticos, así mismo se divulgue y reconozca la importancia que tuvo en nuestra ciudad en momentos destacados de nuestra historia».

Poco más de un minuto. Menos de doscientas palabras. Claro, breve y conciso, como los buenas cartas comerciales. Podría ser una proclama de las Cortes Constituyentes españolas después de las elecciones de junio de 1977, recién legalizado el Partido Comunista poniendo la vista en el siglo venidero para tan arduo trabajo; o un comunicado del gobierno socialista de Felipe González, restañando heridas profundas de la época y buscando concordia y unidad. Incluso podría ser un compromiso salido del convencimiento del presidente Zapatero una vez llegó al poder, al fin y al cabo dicen que es nieto de masón y nunca tuvo pelos en la lengua, o si no miren el repaso que le dio a Mas la otra noche. Aunque bien releído, tiene más pinta de ser un acuerdo de un pleno de un Ayuntamiento como el de Cartagena, en aquella corporación de mayoría absoluta del socialista Juan Martínez Simón en mayo de 1983 y con el dictador ocho años bajo tierra.

Sería algo irresponsable dejar pasar tanto tiempo para una proclama de este tipo una vez reconocidos ya todos los derechos a los comunistas, siempre dentro del mismo saco que los masones, aunque nada tengan que ver salvo que una vez quien recogió los cadáveres rotos como juguetes, los metiera juntos, que mezclar una muñeca y su cocinita con un scattergories de última generación sólo se le podría ocurrir al régimen.

Digo que podría ser eso porque fue en 1869 cuando se asentó en Cartagena la primera Logia de la Región. Se llamaba Hijos de Hiram y estaba formada por militares, industriales, comerciantes o médicos y habría sido un buen motivo para rendir homenaje, bien aprovechado por aquel socialista de mayoría absoluta o incluso por los posteriores regidores del provincialismo cartagenerista, ya que después de esa primera Logia vinieron muchas repartidas por la comarca -en La Union, Torre Pacheco o San Pedro del Pinatar- explosionando por toda la Región ideales y dando cabida a muchos nombres cartageneros e ilustres como Diego Pérez Espejo, Casimiro Bonmatí, o el mismísimo Nicomedes Gómez por nombrar sólo tres.

Pero no. Todos esos políticos que les he nombrado y los que no les he nombrado, dejaron pasar la oportunidad, no quisieron lío ni compromiso. No lo adivinarían: ese texto es el comunicado que hizo el pasado lunes, en esta semana, en este mes, en este año y en este siglo, el día 27 de noviembre de 2017 el Ayuntamiento de Sevilla tras una moción aprobada por unanimidad por todos los partidos políticos y bajo la alcaldía del socialista Juan Espadas. Aviso a navegantes, Ana Belén Castejón.