Conmemoramos a Santa Cecilia, patrona de la música, que se celebra mañana 22 de noviembre. Otras veces he hablado de las razones que movieron a elegir a Cecilia para tan alto honor de representar a la más noble de las artes y, sin duda, la más hermosa de las dedicaciones a las que puede entregar su vida el género humano, tan sólo superada por quienes emplean su tiempo en recuperar, mantener y cuidar la salud y la vida de nuestros congéneres. No hay nada más grande que sanar a los condolidos y la música, sin duda, es una medicina sin igual para el alma humana.

Desde que iniciamos nuestro caminar evolutivo, ha sido la comunicación con los demás la aventura más grande que nos sigue haciendo avanzar y crecer. La música, más allá de los idiomas, los escritos, los símbolos y los alfabetos, es el verdadero lenguaje universal, que puede transmitir más que mil palabras o mil imágenes. La música nos ha hecho evolucionar, nos ha conformado a cada generación y nos transforma por dentro cada vez que nos dejamos llevar por ella.

Estos días miles de músicos celebran a su patrona con numerosas actividades y conciertos en toda nuestra geografía. A veces no somos conscientes que cuando nos deleitamos con la escucha de una banda de música, detrás hay muchas horas, días, semanas, meses y años de desvelo y trabajo de músicos, directores, profesores, directivos de las asociaciones musicales, y familias. Pocas cosas hay que nos transformen más que la música, que te cambia la vida, y pocas cosas cambia más a una familia que tener algún miembro que se dedique a este noble arte. El sacrificio es mucho, ciertamente, la música exige mucho tiempo, dedicación, estudio, ensayos, gasto en instrumentos, viajes? pero pocas cosas dan tanta satisfacción personal, a un pueblo o a una familia como la de participar en el hecho mágico de hacer posible la música a través de la contribución a una banda u orquesta. Y pocas cosas educan más en el compañerismo, la creatividad y la colaboración como estar en una banda de música.

Nuestra región no es ajena a lo que sucede en todo el Levante español, donde proliferan, como el sol, las bandas de música. En nuestra Comunidad Autónoma medio centenar de bandas aglutinan a más de 5.000 músicos y 10.000 educandos y ello es un impagable milagro para la esperanza de ese mundo mejor que tanto necesitamos. Pero para que el milagro suceda es necesaria esa conjunción de dedicación, esfuerzo y apoyo de toda la comunidad musical: padres, músicos, directivos, profesores y socios. Pero no es suficiente si, además, no contamos con el apoyo de la sociedad, los vecinos, los ciudadanos y la administración.

En los últimos años las bandas de música, tan importantes para la formación de nuestros jóvenes como para la celebración de todas nuestras fiestas cultas o populares, religiosas o no, han sufrido los terribles recortes causados en parte por la crisis económica y en parte por la demostrada ceguera social, educativa y cultural de muchos de quienes nos gobiernan. A ello hay que sumar la insostenible situación que en los últimos meses se ha producido por problemas legales y administrativos en las bandas de la Región. Pese a lo que ocurre en el resto de Europa, en España se castiga, por incompatibilidades, a un profesor de música de un colegio, impidiéndole que, además, sea director o profesor de la escuela de música de una banda, cuando ello debería de potenciarse, a todas todas. Las bandas, además, no pueden soportar, con las menguadas ayudas, el sostenimiento de toda la necesaria educación musical, contratos y pago de profesores y mantenimiento de escuelas. La solución ha de tomarse de manera valiente y urgente y debe implicarse la Consejería de Educación.

Quiero terminar con señales de esperanza, como la iniciativa del PSOE en la Asamblea Regional para declarar BIC a las bandas de música, o el compromiso de apoyo a las bandas de la alcaldesa de Cartagena, Ana Belén Castejón, y del concejal y músico David Martínez, flamante 'Amigo de la Música, 2017', nombrado por la Sociedad Artístico Musical 'Santa Cecilia' de Pozo Estrecho en el magnífico y emotivo concierto del pasado domingo, el último dirigido por Antonio David Morales, con las leyes hemos topado, pero muros más grandes han caído al son de las trompetas. ¡Música, Maestro!