Parece que fue ayer pero han pasado 25 años desde la celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, que comenzaron el 25 de julio de 1992 cuando el arquero paralímpico Antonio Rebollo lanzó la flecha hacia el pebetero. Previamente, dicha flecha había sido encendida por el jugador de baloncesto Juan Antonio San Epifanio ´Epi´, último relevista de una antorcha que había salido de Atenas el 5 de junio y que pasó por nuestra ciudad camino hacia la Ciudad Condal.

La Cartagena de aquel año 1992 era una ciudad con una grave problemática laboral en las principales industrias como Fesa, Enfersa, Asur, Peñarroya o Bazán y todo ello tuvo su mayor repercusión con la quema de la Asamblea Regional ocurrida el 3 de febrero de ese año. Considero importante contar lo anterior, pues aquellos lectores que no vivieron esa época no pueden hacerse una idea de hasta qué punto la ciudad era un polvorín, y cualquier acontecimiento podía ser aprovechado para manifestar el descontento por la crisis industrial.

«No estamos para fiestas», con este titular se anunciaba en la prensa local que los trabajadores de fertilizantes habían decidido protestar cuando ésta llegara a Cartagena el 18 de julio. Pero los ánimos estaban tan alterados que el día anterior a la llegada hubo enfrentamientos con heridos entre la Policía y los trabajadores que quisieron encerrarse en el edificio administrativo del Ayuntamiento de Cartagena.

La antorcha llegó a nuestro municipio por Tallante e inicialmente los relevistas fueron ciclistas hasta los Molinos Marfagones, momento en el que de nuevo fueron corredores los protagonistas.

Las modalidades a pie incluían recorridos de 500 metros mientras que los ciclistas tenían fijados tramos de dos kilómetros y medio. El peso de cada antorcha era de un kilo doscientos gramos, el combustible que llevaba en su interior era gas líquido y no fue preciso recambiarlas porque los trayectos no superaron los quince o veinte minutos.

Entre los deportistas más representativos que la portaron en su periplo cartagenero citaré al futbolista Pedro Cordero, al motociclista Miguel Ángel Castilla, a la atleta Dori García y a la luchadora de taekwondo María Fulgencia Roca.

Ni que decir tiene que la seguridad de los relevos se vio reforzada por los acontecimientos ocurridos el día anterior, y aun así hubo que lamentar lanzamiento de piedras e insultos por parte de los trabajadores de fertilizantes hacia la Policía que realizaba labores de escolta.

Estaba previsto que el concejal de Deportes, José Martínez, realizara su relevo y entregara la antorcha al alcalde José Antonio Alonso en la Alameda de San Antón, pero finalmente la primera autoridad municipal cambió el lugar de la entrega para evitar incidentes.

Al parecer, los responsables de seguridad de la caravana olímpica solicitaron ese cambio por el temor a que hubiera nuevos altercados. Tras ese relevo que se efectuó con una hora de retraso, la antorcha se dirigió en dirección hacia Los Dolores, Santa Ana, Miranda y dejó tierras cartageneras a su salida por el Albujón.