La temática de la historia de hoy viene determinada por la II Muestra Modernista de Levante organizada por la asociación cultural ‘Los Modernistas Cartagena de Levante’ y nuestro Ayuntamiento que tiene como escenario nuestra ciudad desde el pasado viernes hasta el próximo domingo día 12 de noviembre.

Fueron muchos y variados los negocios que surgieron a raíz del boom de la minería para satisfacer a los nuevos ricos que querían vestir por dentro sus espectaculares mansiones. De todos ellos, cristaleros, cerrajeros, vidrieros, herreros y un largo etcétera de artesanos, hoy le ha tocado al gremio de la madera, y más concretamente al sector de los muebles de lujo representados por Andrés Plazas Palazón.

Todo parece indicar que abrió su tienda en 1898 y así se deduce de una nota de prensa que habla de una exposición en su tienda de la calle Mayor al poco de ser inaugurada. Decía así: «Orientales tópicos, hábil y laberínticamente colocados, suntuosos muebles de construcción elegantísima, había modelos primorosamente acabados de las más renombradas fábricas, capaces de satisfacer el gusto más refinado y exigente».

Entre sus primeros encargos figuró el mobiliario de la casa del abogado José Porras y su esposa Trinidad Ruiz, esta última hija del rico propietario de minas José Ruiz, por lo que no es extraño que fueran padrinos de boda de la citada pareja el magnate minero Serafín Cervantes y su esposa, propietarios de la espectacular Casa Cervantes en plena calle Mayor.

Era habitual que los escaparates de la tienda de Plazas albergaran de vez en cuando obras pictóricas de artistas locales, y ese fue el caso del pintor Francisco Portela, que en agosto de 1901 expuso un cuadro que seguro pronto encontraría comprador.

Como especialista en decoración, sus servicios fueron reclamados especialmente en todo tipo de espectáculos y obras teatrales, y así sucedió en 1902 con motivo de un baile del Centro del Ejército y la Armada en el Teatro Principal en el que Plazas decoró de forma espléndida el tocador de señoras.

En sus talleres no sólo se realizaban muebles de lujo y así lo demuestra el hecho de que las mesas para los niños de las primeras Escuelas Graduadas de España, las de la calle Gisbert, fueran construidas por sus operarios. Y precisamente para niños desamparados se formó una asociación protectora en Cartagena a la que el señor Plazas ofreció altruistamente diez cajas o cepillos que sirvieron para recoger fondos para dicha asociación.

La terrible inundación del 29 de septiembre de 1919 destrozó su tienda pero lo increíble es que algunas piezas, entre ellas trozos de algunas sillas, aparecieron en las cercanías de Cabo Tiñoso.

A pesar de ello, el negocio continuó abierto hasta principios de los años treinta, momento en el que debió cerrar por jubilación, pues apenas hay mención a su persona en la prensa local hasta su fallecimiento en marzo de 1950 con ochenta años de edad.