Manuel Chaves Nogales nació en Sevilla el 7 de agosto de 1897. Hijo de Manuel Chaves, académico de las letras de Sevilla y cronista oficial, nieto de J. María Chaves Ortiz, famoso pintor taurino quien creó el primer cartel de la Feria Taurina de Sevilla en 1878.

Filólogo, periodista y escritor con obras tan importantes como Qué pasa en Cataluña, A sangre y fuego, La agonía de Francia o La defensa de Madrid, entre otras. Pero hay una que dicen los grandes literatos fue la mejor biografía en lengua española jamás escrita. Se trata de la de Juan Belmonte , matador de toros: su vida y sus hazañas. Esta biografía del 'pasmo de Triana' la escribe Chaves en primera persona como si del propio torero se tratara. Dice Manuel Chaves que el primer encuentro con Belmonte se dio en las tertulias de 'El Cigarral', en Toledo, cuyo local regentaba Gregorio Marañón. Dice de Belmonte que fue un filósofo pensador hasta el punto que cautivó a Chaves Nogales que entonces ni sabía de toros ni era aficionado, pero asistiendo a sus tertulias y viéndole torear cautivó al ilustre que desde ese momento fue su máximo seguidor, dando lugar a aquella otra biografía dedicada a su torero Juan Belmonte. Este libro fue, ha sido y sigue siendo una obra de obligada lectura, no solo para aficionados sino para amantes de la lectura y gente de las letras que gustan leer a los grandes de mediados del siglo XIX.

Me cuenta mi buen amigo historiador y académico de la Real Academia Alfonso X el Sabio Marcial Gracia García, experto en tauromaquia, algunas de las vivencias del torero magistralmente transcritas por Chaves, una vez que bucea en la persona del torero hasta hacerlo suyo. Cuenta cuando iba a torear a Tablada haciendo la noche y tenía que cruzar una acequia sucia y maloliente. Para que su madre no le notara nada, se quitaba toda la ropa hasta quedar totalmente desnudo. Esto sin contar el peligro de encontrarse con la Guardia Civil de entonces (que estaba al servicio de los señoritos del cortijo) y le dieran una buena 'zurra'. Pero a lo que más temía el entonces maletilla era a los mayorales que era por todos sabido que no dudaban en atacar con las garrochas a los que trataban de saltar los cercados para hacer 'la luna' -asaltar los cercados de noche para torear a la luz de la luna, en plan furtivo-. Dice de Belmonte que lo que le hizo torero fue una noche de luna llena en la que un toro, en el apartado, embistiendo a la muleta y pasando una y otra vez por su desnudez integral sintió la piel del morlaco hasta en lo más hondo de su ser. Tanto es así que lo describe como un placer sublime por encima de un orgasmo (y deja muy claro que las mujeres eran su debilidad).

El libro es tan interesante y tan plagado de vivencias de Juan Belmonte que si ustedes me lo permiten, lo seguiré leyendo e intentaré ver si soy capaz de transmitirles, lectores de mi diario LA OPINIÓN, parte de la vida de estos dos personajes ilustres, que a mí me tienen 'enganchao'.