El mes de septiembre de 1929 el puerto de Cartagena acogió una de las mayores concentraciones de buques de la Armada Española gracias a unas maniobras navales que tuvieron como escenario las aguas del Mediterráneo.

La expectación fue creciendo conforme se iban conociendo más detalles de las mismas a través de la información de los medios de comunicación nacionales y locales, pero la alegría llegó al confirmarse que el ministro de Marina Mateo García de los Reyes visitaría la ciudad. Y no era para menos, pues dicho ministro estuvo ligado a Cartagena durante más de una década, se convirtió en el primer Jefe de la Flotilla de Submarinos y se da la circunstancia de que recientemente se había aprobado por el ministerio la construcción de varios destructores que proporcionarían trabajo a los astilleros cartageneros conocidos entonces como ‘La Constructora’.

El 14 de septiembre llegó en tren a nuestra ciudad el ministro de Marina señor García de los Reyes siendo recibido en la estación por autoridades civiles y militares y una gran multitud de obreros de los astilleros que portaban grandes pancartas de agradecimiento. Unos días antes de su llegada, el Ayuntamiento había animado a todos los vecinos a que engalanaran sus balcones. El ministro se trasladó a la iglesia de la Caridad donde lo esperaba el Hermano Mayor del Hospital de Caridad y la Junta de Gobierno del benéfico establecimiento y allí se cantó una Salve por las voces de capilla.

A continuación, se dirigió a Capitanía General donde una compañía de Infantería de Marina le rindió honores con bandera y música y recibió a los generales, jefes y oficiales de la Armada. Después de la recepción llegó el momento más emotivo para el ministro, pues se desplazó al cementerio de los Remedios para depositar unas flores sobre la tumba de su hija Conchita.

Desde allí fue a la Base de Submarinos donde realizó una breve visita y posteriormente volvió a Capitanía para asistir a un almuerzo en su honor, almuerzo que fue amenizado por la banda de mú-

sicos del tercer regimiento de infantería de Marina que interpretaron piezas como ‘La Reina Mora’ o ‘La Calesera’. Ya por la noche, los salones del Gran Hotel fueron el lugar elegido por el alcalde Alfonso Torres para agasajar con un gran banquete al ministro y agradecerle todo lo que había hecho por Cartagena. En su discurso, Torres expresó el sentir de miles de humildes obreros que respiraron aliviados al conocer los nuevos encargos de destructores y dijo textualmente que «Cartagena, tan unida a la gloriosa marina española, se sentía enorgullecida de admirar el hermoso cuadro que ofrece su bahía con todos los buques de la flota».

El ministro, por su parte, recordó su vinculación con Cartagena y manifestó que cuando estuvo aquí destinado trabajó cuanto pudo por ella y ahora seguiría haciéndolo. La jornada terminó con una magnífica verbena organizada por el Real Club de Regatas de Cartagena a la que acudió el ministro con todo su séquito y que fue muy concurrida.

Y hasta aquí la crónica de los actos principales celebrados en Cartagena con motivo de la visita del señor García de los Reyes que al día siguiente embarcaría en el buque Infanta Cristina para dirigir las maniobras navales. Unas maniobras que harían exclamar a un escritor local lo siguiente: ¡Bendita esta tierra que tiene ese puerto, bendito ese puerto que alberga esas naves, benditas esas naves que nos traen esos nautas!