Un verano para olvidar en los chiringuitos del litoral cartagenero. Ése es el balance que hacen la mayoría de los empresarios que regentan estos bares a pie de playa. El origen de lo que califican como «mala campaña» ha radicado en la falta de clientela, debido a una menor afluencia de turistas respecto al estío anterior, y a la demora a la hora de poder instalar sus negocios en la arena. Este último inconveniente vino por el retraso de la Administración local a la hora de adjudicar la ubicación de los chiringuitos mediante subasta pública. La demora administrativa hizo que los negocios abrieran para la segunda quincena de junio, cuando lo habitual era que ya estuvieran operativos para Semana Santa. En cuanto a la subasta, «los precios de adjudicación se han inflado, llegando incluso a multiplicarse», comentan los hosteleros, que este año han pagado bastante más al Ayuntamiento por instalar sus chiringuitos.

Con una temporada tan corta y la falta de clientela es difícil que poner un chiringuito en Cartagena sea el negocio del siglo, comentan. Los ganadores de la subasta tienen derecho a explotar su negocio durante tres veranos más, abonando el canon anual que han acordado respectivamente con la Administración local. Este acuerdo les da derecho a abrir desde Semana Santa hasta finales de octubre. No obstante, la mayoría de ellos desmonta sus negocios a mitad del mes de septiembre.

El peor año

Para el empresario Daniel Sánchez, que ha inaugurado este año el chiringuito Mangata, en el Mediterráneo, junto al hotel Entremares, no ha sido un año para tirar cohetes. «Montar un negocio así cuesta 60.000 euros, un coste que se ha elevado un 150% debido a que hemos comprado los materiales a última hora, y eso encarece la factura», explica. Para él «el verano ha sido flojo, corto, y no ha sido rentable». No obstante, apunta que el negocio deja beneficios, aunque no hay cumplido las altas expectativas que tenía depositadas en él.

Por su parte, Juan Iborra, gerente del chiringuito Pirata, situado también junto al Entremares, afirma que «ha sido el peor verano de los últimos años», y que incluso había sábados de agosto en los que para comer sólo tenía un par de mesas. Algo «impensable» otros veranos. Iborra carga contra el Consistorio de Cartagena. «El mantenimiento de La Manga está muy mal, no hay personal suficiente desde que quitaron el Instituto Municipal de Servicios del Litoral (Imsel). Y esto repercute en la imagen que los turistas perciben de la zona cartagenera de La Manga.

En San Javier, La Manga está mejor cuidada»

Otro empresario, que tiene su negocio por la zona de Cabo de Palos, explica que «ha sido un año de pérdidas». El hostelero, que no quiere desvelar su nombre por temor a verse perjudicado por la administración, lamenta que «hemos pagado hasta cinco veces más al Ayuntamiento por montar el chiringuito, y, encima, los ingresos se han dividido entre cinco».

Algunos se ´salvan´

Sin embargo, no todo son lamentos en el sector. Ha sido un verano «bueno» para el chiringuito Pata Palo, que antes se encontraba en la Cala del Pino y este verano ha cambiado de ubicación a la playa de los Alemanes, zona Mar Menor. Pedro Conesa, dueño del negocio, expone que «hemos trabajado a un nivel muy parecido al de otros años. No obstante, reconoce que «al abrir en junio, y no en Semana Santa, la temporada ha sido muy corta, por lo que los ingresos han caído». De todos modos, Conesa incide en que lo que más daño le ha hecho a su negocio, así como a otros del litoral cartagenero, han sido los últimos días de lluvia de agosto. En cuanto al estado del agua del Mar Menor, Conesa dice que ha sido «buena», aunque señala que los bañistas se han quejado de la «turbidez» durante la segunda quincena de agosto.