El naufragio del Sirio cumple este viernes 111 años. Un triste accidente que provocó unos 400 fallecidos cuando el transatlántico italiano navegaba por la costa de Cabo de Palos en 1906 en dirección a Sudamérica tras salir de Génova, su ruta habitual.

Una tragedia que sigue impregnada en la historia marítima de Cartagena y que ocurrió el 4 de agosto de aquel año. El capitán del navío, Giuseppe Piccone, descansaba en su camarote durante la sobremesa. En su lugar, un suboficial tomó el mando. Era un día soleado y caluroso de verano, con gran visibilidad y el mar en calma. El barco surcaba el mar muy cerca de la costa, a unos 1.500 metros, a pesar de la existencia de bajos marinos, señalados por el Faro de las Hormigas.

Alrededor de las cuatro de la tarde, el Sirio chocó a una velocidad de 15 nudos contra el Bajo de Fuera. El barco quedó levantado de proa y reposado sobre la punta de la roca que le había rasgado el bajo, con un ángulo de inclinación de 35 grados; el casco y la popa se partieron; y las calderas explosionaron. El capitán Piccone no reaccionó y el pánico se apoderó de los pasajeros, quienes luchaban desesperadamente por subir a los botes salvavidas del Sirio.

Una tragedia que pudo ser aún mayor de no ser por los propios pescadores de Cabo de Palos que, al ver el accidente, no dudaron en echar al mar sus barcos para recoger a los pasajeros, la mayoría emigrantes, y sacar a cuantos pudieron del agua.

Entre los pasajeros distinguidos del Sirio se encontraban, en el momento de la catástrofe, la cantante Lola Milanés (fallecida); el obispo de Sao Paulo, José de Camargo (fallecido); el arzobispo brasileño de Pará, José Marcondes (superviviente); el tenor de ópera José Maristany (superviviente); el cónsul de Austria en Río de Janeiro, Leopoldo Politzer (superviviente); el médico Franco Franza (superviviente); y el maestro Hermoso (superviviente), director de la banda musical del Hospicio de Madrid.

El estudiante argentino Martín Hailze relató el drama vivido a bordo del Sirio, al diario 'El Eco' tras el accidente. "Iba en mi camarote de primera clase escribiendo una carta, cuando una fuerte sacudida me tiró al suelo y una gritería inmensa me hizo conocer que alguna terrible desgracia había ocurrido. Pronto supe que habíamos chocado contra unas rocas submarinas. Dolorido del golpe que al caer había recibido, subí casi a rastras sobre cubierta, y el cuadro aterrador que se presentó a mi vista perdurará en mi memoria por muchos años que viva. El buque se sumergía de popa rápidamente; los pasajeros corrían como locos, dando gritos de terrible angustia, llorando unos, maldiciendo otros y todos llenos de terror. Esto fue causa de que se cometieran escenas de verdadero salvajismo. Peleábanse entre sí, hombres y mujeres, por los salvavidas; pero a patadas, a puñetazo limpio, con uñas y con dientes. Hasta vi algunos esgrimiendo cuchillos". La popa del buque se hundió en apenas cuatro minutos, permaneciendo la proa en la superficie.

Una placa en el propio Cabo de Palos recuerda la tragedia.

La mayor operación civil de salvamento en la costa

El rescate del Sirio constituye, en la Historia de España, la mayor operación civil de salvamento en la costa. El vapor Marie Louise fue el primer barco en acercarse al Sirio tras la tragedia. El buque galo salvó la vida de 44 pasajeros y, a continuación, viró su rumbo hacia Alicante. Este barco había partido del puerto de Cartagena en dirección a Alicante y cubría la ruta entre Orán (Argelia) y Marsella (Francia).

En las tareas de rescate del Sirio participaron un vapor, un pailebote (goleta pequeña), y nueve laúdes (embarcación pequeña con un palo y vela latina). El vapor mencionado era el Marie Louise, de nacionalidad francesa, y estaba comandado por el capitán Colomer. El pailebote Joven Miguel era español y estaba comandado por el patrón Vicente Buigues. Los nueve laúdes de Cabo de Palos (Cartagena, Murcia) que participaron en el salvamento eran: Vicente Lacamba, su patrón era Agustín Antonio Valdivia; Cristo, patroneado por José Salas Martínez; San Pedro, con Ramón Parodi como patrón; Joven Vicente, su patrón era Juan Bautista Rodríguez; Pepa y hermanos, patroneado por Manuel Puga Romero; Francisca, con José Ruso Manzanares de patrón; Nuestra Señora de los Ángeles, su patrón era Pedro Llorca Zaragoza; San José, patroneado por Juan Valero Martínez; y Pepe Hermanos, con Miguel Puga de patrón.

El marinero Vicente Buigues protagonizó la mayor acción heroica de la trágica jornada, cuando se dirigía a Cartagena procedente de Denia. El patrón del pailebote Joven Miguel dirigió su embarcación hacia el Sirio, a pesar de la oposición de su tripulación. La primera operación de Buigues fue incrustar su popa en el lateral del Sirio, operación de verdadero riesgo, por el peligro que conllevaba de que el hundimiento definitivo del Sirio se llevara al fondo a su pailebote y tripulación. Una vez lograda cierta estabilidad, con tablas y cuerdas hizo una pasarela segura entre el Sirio y la cubierta del Joven Miguel. Así, logró la salvación de más de 400 personas, hacinadas en el Joven Miguel hasta su desembarco en el puerto de Cartagena. Además, los fareros de las Islas Hormigas, José Acosta y Manuel Jiménez, ayudaron a un centenar de náufragos a alcanzar el islote y les atendieron tras el rescate.

Juan de la Cierva Peñafiel, ex-ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, elogió el comportamiento heroico de los habitantes de Cabo de Palos con los naúfragos del vapor Sirio. "Estos hombres rudos, ancianos, algunos octogenarios, tienen el corazón muy grande, hecho para el mar. Y sin que nadie los estimularan armaron sus frágiles barcos y a volar, apoyándose en los remos. Era el viento contrario y dificultaba el avance, pero con él lucharon... A salvarles marcharon los hombres y mujeres, la colonia entera, pronta a cumplir sencillamente nuestros deberes".