Siempre he detestado esos asuntos de participación por cuotas que nos obligan a ser iguales a los que somos desiguales y que vienen casi siempre amortiguados de origen con decretos de aritmética unilateral que agrupa y discrimina por razón de sexo en consejos de administración o en organizaciones políticas. Detesto igual que la Ley de Violencia de Género sea tremendamente desigual e injusta donde las haya, o que tengamos que seguir celebrando el Día del Orgullo.

Estas actuaciones o muletas, aún necesarias, son la indiscutible evidencia de la presencia y evolución del gen más neandertal en nuestra sociedad; o lo mismo no y nuestros antepasados eran seres mucho más humanizados y avanzados que nosotros, que sin entender nada de asuntos que se gestaron antes del iPhone mi intuición me dice que así debió ser porque la naturaleza nunca pelea contra sí misma y siempre se abre camino.

Reivindicar que tener unas determinadas preferencias sexuales tenga que ser un orgullo es otra vez la más contundente señal de que seguimos fracasando como sociedad, como organización humana y como personas. Que alguien tenga que salir a estas alturas a defender ante el resto que quiere vivir su identidad sexual como más le apetezca pidiendo respeto, es la prueba inequívoca de que somos unos retrógrados, machistas, feministas, xenófobos y prefiero parar ahí. Es verdad que hemos avanzado mucho estos últimos años, pero que ser homosexual sea delito en 75 países o que en solo 22 este reconocido el matrimonio entre personas del mismo sexo justifica casi cualquier acción. Si estas convocatorias actuaran como el paracetamol en los resfriados deberíamos administrarnos triple dosis y hacer un Día del Orgullo por mes, porque a la vista de lo que hacemos y decimos estamos preocupantemente enfermos.

Que los progresistas, avanzados y gente de izquierdas del PSOE acaben de tumbar entre sus filas el asunto de la gestación subrogada condenando a los iguales a ser absolutamente diferentes y lo que es un acto de altruismo, de generosidad y de grandeza del ser humano cuando alguien presta un vientre para gestar algo que de otro modo no podría, lo acaben tumbando los que se llaman de izquierdas para situarse inevitablemente al lado del pensamiento único de los estamentos más rancios del planeta, con autobuses y todo, debe ser para ponerse a llorar y no parar en años.

Menos mal que tenemos gente en Cartagena como el concejal socialista David Martinez dándolo todo para conseguir hacer aquí una ciudad referente y capital de todas las provincias del respeto y del sentido común. Esa sí que es una buena capitalidad para luchar por ella y conseguir ese Gay Friendly aunque enfrente y en la Región tengamos un delegado del Gobierno que junta a zorros y gallinas o leones y cabras en la misma cerca y a la misma hora y dice que es por la libertad de las especies. Entonces evidenciamos que, más que enfermos, estamos completamente terminales y a algunos hay que enviarlos a esos cursos de recuperación de puntos para el carnet de persona, como en lo de conducir, porque los han perdido todos.

Pero no se preocupen que el sol no para, vuelve a salir cada día con la insistencia de que continuemos nuestra evolución que no puede ser otra que la de ser mejores, más tolerantes, más multimarca y más multipensamiento y la misma naturaleza nos concede premios muchas veces.

Algunos hemos crecido, más por dentro que por fuera, con banderas de mucho orgullo en las habitaciones de nuestros tíos, de nuestros primos y de nuestros hijos, y claro, los privilegios no pueden estar al alcance de todos. Lo siento por vosotros.