Navegaba por Facebook cuando me topé con el siguiente mensaje: «Os pido que nos deis vuestra opinión acerca de si La Manga, Cabo de Palos, Los Belones y las urbanizaciones adyacentes, merecen tener un ayuntamiento propio o deben seguir bajo el yugo de Cartagena y San Javier». No era la primera vez que leía algo tan disparatado, recuerdo hace unos años ver pintadas con el siguiente mensaje «Segregación ya. Ayuntamiento de El Algar». Así, este fin de semana, fui a comer a Calabardina. Estando allí le pregunté a un oriundo el motivo por el cual estaba la zona tan descuidada, a lo que éste me respondió: «El Ayuntamiento de Águilas nos tiene abandonados».

Como ven, aunque los personajes y los lugares son distintos, la cuestión siempre resulta ser la misma: «Murcia nos roba», como dispuso el alcalde José Lopéz; «los abusos de un estado autoritario», que afirmó José Guardiola; «bajo el yugo de Cartagena y San Javier», que aseguró el tipo de Facebook; «el Ayuntamiento de Águilas nos tiene abandonados», que indicó el lugareño.

La solución que ofrecen los segregacionistas es siempre la misma, más administración, o sea más Estado. En cambio, otros estamos convencidos de que el problema con Murcia se solventa cumpliendo el principio de solidaridad o bien eliminando las Comunidades Autónomas (CC AA) y las provincias. Al igual que el problema de La Manga (arruinada y sin turismo de calidad) con Cartagena y San Javier, se resuelve gestionado bien los recursos y no troceando el territorio y creando una nueva corporación local para esta España desgajada en 8.112 Ayuntamientos, 50 provincias, 17 CC AA y dos ciudades autónomas.

Es evidente que peor no se han podido hacer las cosas y que entre todos nos hemos cargado, a base de ladrillazos de codicia, un paraíso mediterráneo inigualable, que por tener no tiene ni un paseo marítimo en condiciones, ni un Mar Menor saludable, pero ello no implica necesariamente que La Manga, Cabo de Palos, Los Belones y las urbanizaciones adyacentes deban segregarse.

Considero que tras todos estos mensajes separatistas -cada uno en su escala- se esconde un problema de fondo y es que estamos llegando a las últimas consecuencias de la tesis contractualista, individualista y voluntarista del exhibicionista Juan Jacobo Rousseau. El tratamiento jurídico de la patria no puede ni debe equipararse al de un negocio contractual, por eso mismo cuando queremos disponer de nuestra patria o de una parte de nuestra patria, con amputaciones ridículas, creyendo que la patria nos pertenece patrimonialmente, estamos actuando bajo error y contra natura. No todo puede ser sometido a la libre voluntad del pueblo. Siguiendo esta línea que aquí defiendo, el TC alemán sentenció, hace unos meses, que en «la República Federal Alemana, los estados no son dueños de la Constitución». Así que no hay espacio en la Constitución para que los estados intenten la secesión. Eso viola el orden constitucional.

Por eso mismo debemos ser consecuentes con lo que pedimos, porque al igual que en esta España no cabe un político más, tampoco cabe un ayuntamiento más, ni una provincia más, porque esto ya no hay quien lo sostenga económica y políticamente hablando.