Aunque nos duela. Así titula el director del diario digital 'Feriataurina', Paco Sastre, su último artículo haciendo un símil entre un pueblo de Madrid de 500 habitantes (Rozas de Puerto Real) y una ciudad de la costa mediterránea con casi 250.000 habitantes, y un potencial turístico, cultural e industrial en continuo crecimiento: Cartagena. Les invito a que lo lean.

Este pueblo del que habla Paco Sastre, el próximo 24 de junio inaugura con todos los honores y el apoyo de quienes les gobiernan un centro polivalente que dará riqueza a su pueblo. Este centro cubrirá una serie de carencias de actividades de todo tipo de las que el pueblo -a partir de ese día y con todo derecho y merecimiento- podrá disfrutar sin necesidad de desplazarse a otras ciudades, con las consecuencias y peligro que ello implica. Su alcalde, Javier Vedia Abad (del PP), está por su pueblo, por su gente y sus necesidades y sabe perfectamente que con esa infraestructura dará vida a los tres hoteles de tres estrellas, a restaurantes, tiendas y zonas de interés, como Toros de Guisando, Castañar de El Tiemblo o Piedra Escrita entre otros. ¡Me gustan los alcaldes valientes del color político que sean!

Desde luego, no puedo por menos que estar absolutamente de acuerdo con el director del diario 'Feriataurina', que por cierto es un enamorado de Cartagena y no hay ni un solo acto cultural-taurino que celebre el Foro Taurino de Cartagena que no se refleje con todo lujo de detalles en su medio. Sí, mi estimado 'tocayo' -como diría un castizo andaluz-, a la Cartagena taurina nos ha mirado tuerto. Antes por la ínclita, nefasta y posible 'imputada' alcaldesa Pilar Barreiro, que todo cuanto no fuera de su agrado lo desechaba de inmediato y, ahora con nuestro nuevo alcalde que nos llenó a todos los cartageneros de esperanzas. Se entrevistó con el empresario inversor y a la primera de cambio, cuando la empresa que estaba interesada le dijo que vendría de la mano de una gran superficie, 'se hizo la noche' y aquí acabaron las posibilidades ante la negativa de recibir a otra, aunque esta esté en la parte opuesta de la ya existente.

Creo sin temor a equivocarme que se me califica de 'mosca cojonera' por seguir luchando por Cartagena y por algo que podíamos tener hace años. Hasta un pueblecito de 500 habitantes ha sido capaz de descubrir cómo se pueden crear fuentes de riqueza y poner a su pueblo en los circui-

tos de ocio y cultura más allá de sus límites geográficos.

¡Ole por su alcalde! Les aseguro que a quienes piensen eso les queda mosca para rato, sobre todo mientras tenga la seguridad de que aun con todo el 'toreo' que se le ha dado a la única empresa de Madrid que apuesta por el futuro de Cartagena me siga dando un mínimo de esperanza. ¡Así es mi Cartagena y así se lo he contado!