Recorrer la historia paseando por el Teatro Romano, el Castillo de la Concepción o los palacios modernistas del centro; degustar la gastronomía local en las terrazas de la ciudad; comprar en las tiendas todo tipo de artículos, desde ropa hasta suvenires... Son algunos de los atractivos que encuentran los turistas en Cartagena cuando llegan a bordo de un crucero. En los últimos meses, hay que añadir un nuevo aliciente para el visitante: adquirir en las farmacias locales medicamentos que en sus países de origen quintuplican en ocasiones su precio.

Y es que, cuando llega a la ciudad un barco con gran capacidad, las boticas del centro incrementan sus ventas alrededor de un 10%. Aún no llega al volumen de tener que contratar a especialistas que además conozcan varios idiomas o de suministrar fármacos de origen extranjero, pero sí que hay una tendencia al alza. La razón está en los precios de los medicamentos.

Desde la farmacia Sánchez Carrascosa, en la calle Serreta, afirman que los turistas suelen mirar mucho y comprar paracetamol e ibuprofeno, sobre todo, y advierten de que todos los fármacos dispensados son aquellos que no necesitan receta. De igual forma ocurre en la botica Álvarez-Gómez González, en la calle San Fernando, donde además indican que las compras de los 'cruceristas' son más abundantes de lo normal. «En vez de llevarse una caja o dos, suelen comprar más de cuatro», explican desde el establecimiento.

Una de las farmacias que están más al paso de los turistas es la de Puerta de Murcia. Allí, señalan que los que más compran son los visitantes americanos. «Ellos pagan el 50% del medicamento en su país, pero incluso pagando aquí el 100% les sale más rentable», afirman. Sobre los productos estrella, el paracetamol y el ibuprofeno ganan por goleada, pero también los protectores de estómago, los antiinflamatorios, antisépticos para la garganta, jarabes y pastillas para el colesterol y la diabetes.

La costa también lo nota

Y no sólo el centro de la ciudad se beneficia de la llegada de cruceros y turistas extranjeros, ya que las farmacias de la costa también han notado un ligero incremento de clientes. «No es que hagamos el agosto cuando llegan grandes grupos de turistas, pero sí que podemos decir que animan la farmacia», señalan.

Así, ahora en la ciudad, no sólo los hosteleros se frotan las manos cuando llega un crucero de gran capacidad al puerto, sino que las farmacias también se han convertido en una parada obligatoria para los turistas.