La historia de hoy viene asociada de nuevo a la actualidad pues este fin de semana el colegio Maristas ´La Sagrada Familia´ celebra diversos actos para conmemorar los doscientos años de existencia de la Orden que fue fundada el 2 de enero de 1817 por Marcelino Champagnat. Desde su instalación en Cartagena en 1898 han sido miles los cartageneros que se han formado en sus aulas y todavía hoy lo siguen haciendo. Entre ellos mi abuelo, mi padres, mis tíos, mis hermanos y quien esto escribe, de ahí que entenderán los lectores la razón del guiño hacia el colegio del que tan buenos recuerdos guardo. A ello hay que sumar el hecho de que este año se cumplen cincuenta años del fallecimiento del protagonista de esta historia, el hermano Pedro Ignacio.

Gracias al artículo publicado por el fallecido y recordado cronista, José Monerri, sabemos que su verdadero nombre era Miguel Martiola Landaluce y que nació en Vitoria el 8 de mayo de 1901. Sus primeros años en nuestra ciudad los pasó en el vetusto colegio de la plaza de San Agustín, el mismo que había visto llegar a los primeros hermanos a finales del siglo XIX.

Muy importante fue su labor al frente del coro del centro educativo, la Schola Cantorum, con la que llegó a actuar en 1948 en la Primera Comunión de los niños del grupo escolar del Barrio de la Concepción.

Una de las actuaciones más inolvidables para el hermano Pedro Ignacio y su coro fue la celebrada en mayo de 1955 en Santa María de Gracia con motivo de la beatificación del fundador de la Orden Marista.

Como subdirector y siendo director del mismo Domingo Ruiz Peña vivió de cerca el derribo del deteriorado colegio y la construcción en el mismo lugar de uno nuevo según diseño del arquitecto cartagenero Francisco Espín Cánovas el cual sería inaugurado en 1957.

Pero sobre todo sería recordado por su más de medio siglo dedicado a la enseñanza en el municipio de Cartagena y la gran huella que dejó en quienes tuvieron la suerte de ser alumnos suyos. Era un todo terreno de la enseñanza pues siendo licenciado en Ciencias impartía las asignaturas de Filosofía y Literatura.

En junio de 1967 la Asociación de Antiguos Alumnos Maristas celebró unos actos de hermandad y en ellos se anunció un homenaje al hermano Pedro Ignacio para el mes de octubre, algo que desgraciadamente se vería truncado ese verano. Cuando se dirigía con sus alumnos en un viaje hacia Roma, su delicado corazón inesperadamente se paró en Florencia. La noticia de su muerte fue muy sentida en nuestra ciudad hasta el punto que el Ayuntamiento decidió contribuir a los gastos de traslado de sus restos a Cartagena.

El 16 de noviembre de 1967 tras una misa de córpore insepulto sus restos reposaron en la capilla del colegio y a sus familiares se les entregó el título de Hijo Adoptivo de la Ciudad por acuerdo unánime de la Corporación Municipal.Pero no sería éste el último destino de sus restos pues en diciembre de 1974 se inauguró oficialmente el nuevo colegio de la orden de los hermanos Maristas en la zona del Ensanche, y un mes después estos fueron trasladados a la capilla del nuevo centro situado en la calle que lleva su nombre según acuerdo del Pleno municipal del Ayuntamiento celebrado en junio de ese mismo año.

Por último mencionar que la Asociación de Antiguos Alumnos Maristas tuvo a bien crear el premio ´Hermano Pedro Ignacio´ destinado a reconocer al alumno con el expediente más brillante de todo el colegio.