Querido alcalde, con el debido respeto: Me niego a empezar ya con las especulaciones sobre si usted va o no a cumplir su palabra dentro de unas semanas. Comprendo que es un tema fácilmente vendible y, por lo tanto, tentador para todos esos a los que les gusta erigirse en protagonistas de la vida pública (llámense conspiradores externos e internos; aliados y contrarios políticos; tertulianos y correveidiles al uso; o vulgares ´bocachanclas´, que de todo hay en la viña del Señor), pero no quiero participar en esta nueva ´ceremonia de la confusión´ que, en mi opinión, lo único que pretende es desestabilizar relaciones e intentar pescar en rÍo revuelto.

Todos seremos testigos y testaferros -puesto que, aunque el negocio lo manejan ustedes, los implicados somos todos-, de lo que ocurra en menos de dos meses. No hace falta que comencemos a rasgarnos las vestiduras y a tomar partido por los que defienden las supuestas tesis de éste o aquella. No creo, además, que aportando nuevos argumentos o circundando razones ya conocidas, vayamos a modificar las decisiones que, dentro de poco, tomarán los auténticos protagonistas de esta película. Es decir, usted mismo y quien a lo largo de estos dos últimos años lo ha mantenido al frente del Gobierno municipal: la actual vicealcaldesa.

Siempre ha dicho que, llegado el momento, cumpliría lo prometido, y yo no tengo por qué dudar de su palabra. A pesar de que los agoreros de turno nos recuerden ahora el grotesco espectáculo que hace poco dio el anterior presidente autonómico, Pedro Antonio Sánchez, quien prometió que dimitiría de su puesto si era imputado por el caso Auditorio -como así fue- y luego, ni con agua hirviendo había forma de separarlo del sillón.

Pero, sinceramente, no creo que sea usted tan ingenuo de interrumpir unas expectativas políticas que, después de estos dos últimos años de Gobierno municipal (y a pesar de todo), han crecido exponencialmente, por el incierto regalo de intentar permanecer en la alcaldía otros dos años más. Posibilidad ésta que, por otra parte, me parece improbable si tenemos en cuenta, por un lado, los concejales con los que cuenta cada uno de los partidos representados en el Pleno; y por otro, las manifestaciones que han hecho, tanto usted como la señora Castejón.

Sin ir más lejos, antes de ayer mismo leí en este periódico unas declaraciones suyas en las que, implícitamente, rechazaba cualquier posibilidad de entendimiento con el otro partido que podría mantenerlo en el poder, al asegurar: «Si llegara otra vez el PP, con Francisco Espejo y compañía, quiere decir que vendrían a destruir papeles de los que estamos sacando de los cajones y a destruir información de la que nos piden de manera permanente desde la Fiscalía y los juzgados que investigan tramas como la Púnica o cualquiera ligada a la financiación del PP». Y volvió a afirmar que su partido respetará el pacto con el PSOE y votarán a favor del candidato que propongan los socialistas.

Por su parte la vicealcaldesa también ha lanzado su particular ´aviso a navegantes´, dejando bien claro que, de no cumplirse el pacto, los seis concejales de su grupo pasarían a la oposición. Ya ve alcalde, me reafirmo en lo que le dije hace ya algún tiempo: están ustedes condenados a entenderse. Máxime si tenemos en cuenta que cada vez queda menos tiempo para vernos abocados al maremágnum de una campaña electoral, que dos años pasan volando.

Y supongo que no querrá llegar a ese momento con el déficit de no haber podido, ni siquiera, terminar una legislatura sin solucionar los problemas de comunicación que ha tenido con sus socios de Gobierno. Aunque está claro que, una cosa es el sentido común y otra, el temperamento de cada uno. Por eso, supongo, que está siendo tan interesante el seguimiento de la actividad municipal durante estos años.

Sin embargo, tendrá que tener en cuenta que, si las previsiones se confirman, en esa próxima campaña electoral, en las municipales de 2019, se las verá usted con dos jóvenes candidatas de la tierra, acostumbradas a comparecer ante los medios de comunicación, amables en el trato, con experiencia en la gestión pública y apoyadas por los aparatos electorales de dos partidos nacionales curtidos en medirse el cobre con todo tipo de adversarios políticos.

Así que yo le aconsejaría, insolente de mí, que, sin perder su particular impronta, y una vez restablecidas las relaciones con sus socios de Gobierno, aproveche estos próximos años para, desde su nada despreciable parcela al frente del Área de Desarrollo Sostenible y como concejal de Urbanismo e Infraestructuras, siga trabajando desde una discreta segunda línea.

Porque podrán criticarlo todo lo que quieran, pero nadie podrá acusarlo de ser un político al uso, previsible y servil, sino más bien de todo lo contrario. Sin embargo, si lo que quiere es seguir defendiendo los intereses de la ciudad desde las administraciones públicas, deberá reflexionar sobre la mejor manera de hacerlo. Porque hemos visto muchas veces como una comprensible rebeldía y un punto de necesaria insumisión, pueden llegar a convertirse en una insoportable insolencia y, en algunos casos, en una abusiva intolerancia.