El inicio de nuestra Semana Santa y sus diez días incomparables de desfiles pasionales le ha traído el recuerdo a quien esto escribe de un personaje único e irrepetible en nuestra ciudad. Me estoy refiriendo a Francisco Calderón Anaya, hijo de Manuel y de Consolación, que nació en Cartagena el 17 de febrero de 1936 y que acabó siendo conocido por muchos cartageneros como Paco, ´El Nabo´. Se crió en la Casa de Misericordia donde estuvo desde los tres años y medio hasta los catorce en que marchó con su madre a Barcelona.

Trabajó en una fábrica de cohetes en Montjuïc con un sueldo de 70 pesetas por semana y una vez fallecida su madre se inscribió en Marina para acabar haciendo el servicio militar en Cartagena en 1956. Tras finalizar la mili se enroló en la Marina Mercante como cocinero y después acabó haciendo un poco de todo, repartidor de flores, cuidador de belenes, etc.

Uno de los motivos de asociar la Semana Santa al recuerdo de Paco, ´El Nabo´, no es otro que el hecho de que nuestro protagonista viviera en la Catedral Antigua, lugar de salida de la primera procesión de España organizada por la cofradía del Cristo del Socorro. Allí se instaló en 1978 cuando el templo llevaba varias décadas sufriendo el expolio continuado, y no le quedó más remedio que ocupar una pequeña capilla donde hacía su vida llegando a lavar la ropa en la antigua pila bautismal.

Una vida en la que el Cristo Moreno le hacía compañía hasta el punto de confesar que lo había echado mucho de menos el tiempo que la imagen estuvo fuera de su capilla por restauración. Tampoco perdía Paco la oportunidad siempre que podía de ejercer de guía improvisado de la Catedral Antigua cuando algún forastero se acercaba por sus inmediaciones, labor que era recompensada con alguna que otra propinilla.

Otro de los motivos del binomio Paco, ´El Nabo´-Semana Santa era lo mucho que le gustaban nuestras procesiones. Sirva como muestra la instantánea del genial fotógrafo cartagenero José María Navarro ´Cayuela´ en la que se le puede ver en una Llamada acompañando a los cuatro hermanos mayores a su paso por la calle Medieras. Por eso no era extraño verle salir de promesa detrás de alguno de los tronos, de hecho uno de mis últimos recuerdos de él fue un Sábado Santo en el que salió con la cara tapada detrás de la Soledad de los Pobres.

Y si el lector se pregunta cómo podía saber que era él si llevaba la cara tapada hay que decir que la silueta de Paco era fácil de adivinar.

«Como yo no he servido nunca para nada ... lo que sirva después de muerto lo dono completamente», con estas palabras justificó Paco la decisión de donar su cuerpo a la ciencia. Un acontecimiento del que se hizo eco la prensa local ya que según parecía indicar era el primer caso en la provincia y uno de los primeros de España.

Fue un amigo suyo sanjuanista californio que estudiaba para ser ATS el que le comentó el tema y él no dudó en rellenar los papeles para que su voluntad se aplicara tras su fallecimiento.

Y así se hizo al fallecer en 1992, hace ahora 25 años, uno de los personajes variopintos de los muchos que tuvimos en nuestra ciudad, el recordado Paco, ´El Nabo´.