Antes un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos y parece claro que Amancio Ortega no está entre los pobres, así que relájese y empiece a disfrutar con el sufrimiento ajeno que por muy bien que le vaya ahora va a acabar derretido en el infierno junto a su hilo sintético y estrangulador origen de su injusta riqueza mientras usted o yo, que somos verdaderamente buena gente, disfrutaremos lanzando al aire cáscaras de mejillones repantigados en las termas calientes e indecentes de la felicidad eterna.

Ahora ya nos empezamos a sentir todos mejor, que en un país como el nuestro, donar 320 millones de euros a hospitales públicos es pecado capital y lo sabemos. Unos dicen que pobres niños, esos que trabajando hacinados en lugares cochambrosos cosen y cosen hasta caer yertos, aunque la empresa haya demostrado que el 55% de su ropa se fabrica en España, Portugal o Marruecos, y que quien de los 1.625 proveedores externos incumple el Código de Conducta es expulsado, porque Inditex seguro que miente, que no hay que fiarse nunca de un rico.

Luego están los que dicen que no quieren caridad, que lo que hay que hacer es subir los impuestos, que aunque su tasa esté en el 24%, se hayan pagado 4.400 millones de euros en los países en los que opera y de ellos 2.200 hayan ido a España, no queremos regalos, queremos justicia de la buena verdadera, de la que jode.

Hay incluso quien se ha atrevido a decir que en cualquier sociedad decente Ortega estaría detenido por haber levantado un emporio basado en el sufrimiento de niñas de ocho años, pero no crean que arderá sólo en la hoguera española y justicelestial por haber donado esos 320 millones, que en la misma falla se derretirá Rafael del Pino y su Ferrovial con 200 millones, Juan Roig y su Mercadona con 140 millones, Isak Andic y su Mango o la familia March, Entrecanales, Acciona o la misma Coca Cola con cifras que quitan el hipo y en un pis pas nos habremos librado de todos los malos malísimos. Claro que esos será si queda hoguera suficiente porque entre ellos sólo suman el 3,3% de los 42.300 millones que Mark Zuckerberg y su Facebook han puesto a nombre de su Fundación, que en España con tanta generosidad el total de donaciones está en torno al 0,1% del PIB mientras en EEUU llegan al 2,1%, pero eso ya lo sabíamos que para malos los americanos o si no miren el rubio teñido de Trump el mal rollo que da.

Lo peor de todo es que habiendo nacido usted y yo igual de pobres que el mismo Ortega y siendo incluso mucho más listos, él ha llegado hasta allí y nosotros hasta aquí y la diferencia es evidente, nosotros somos muy buena gente y no hemos querido elegir esa vida, ni hacer tantísimas maldades, aunque lo mismo en una de esas nos volvemos medio locos y para la próxima reencarnación nos la pedimos, aunque nos toque lidiar después en el infierno, que por mucho que digan que es eterno, seguro que ardiendo no duramos tanto.

Y es que tenemos bien claras nuestras arraigadas conclusiones, fruto inequívoco de nuestro especial modelo de educación en la envidia y de nuestro particular modelo de justicia, que todo eso del manos que no dais que esperáis, el principio de la abundancia plena o enfocar nuestra vida a la acción es de tontos perdidos. Y lo mismo va a resultar que comparado con el resto, los nuestros ni siquiera son ricos, que son como usted y como yo y todavía nos los vamos a tropezar en el cielo, eso sí, con garantía total de que aquello va a ir para arriba en cuatro días con sus supermercados, sus tiendas de ropa, sus puentes y autovías, y con otros más pobres volviendo a criticar a San Pedro por haberles dejado entrar y a esta pandilla de ricos, por ser tan indecentemente malos les mandaremos castigados otra vez para abajo y vuelta a empezar.