­Una plaga mata en los últimos años a más del 90% de las chumberas silvestres del litoral cartagenero, apunta la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE). La desaparición de esta especie invasora, denominada Opuntia, de la que se consume el higo chumbo, es considerada por los ecologistas como una «buena noticia». Esto se debe a que la chumbera había desplazado de nuestras costas a la flora autóctona. Pedro García, de ANSE, dice que las palas han desaparecido por completo en todas las islas de la provincia marítima. En los islotes de Las Palomas y Escombreras ya no queda ninguna.

Para tapar el hueco de las chumberas y evitar la erosión de los terrenos, los ecologistas tienen ya los permisos para plantar flora autóctona este otoño en la isla de Las Palomas. Allí pondrán cambrón, una planta arbustiva local denominada Lycium intricatum. No obstante, desde ANSE critican que la Administración debe hacer un plan para poner especies locales.

La cochinilla arrasa con ellas

Hasta ahora sólo sobreviven aquellas palas salvajes que están siendo tratadas por sus dueños con productos fitosanitarios. La causa de la enfermedad que sufre este especie está en la cochinilla, un parásito que se alimenta de su savia hasta debilitar la planta, dejando en sus pencas una evidente masa blanca algodonosa que si se aprieta desprende un líquido rojizo que proviene de las hembras que moran en su interior. Así, la Opuntia termina por debilitarse hasta la desecación de sus palas o pencas. La Administración introdujo este parásito en la Comunidad Valenciana para controlar a este especie invasora introducida en el siglo XVI. De la cochinilla se extrae un carmín natural usado principalmente en cosméticos, el E-120.

Una pala antimetales

Los investigadores de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) José Antonio Fernández y José Manuel Moreno avanzan en nuevos usos para las chumberas. Han desarrollado colorantes alimentarios a partir de los higos chumbos. «Se pueden sacar aditivos naturales para productos refrigerados como los zumos, yogures o batidos; ya que el colorante se degrada y no sirve a partir de 40 grados centígrados», expone Fernández. Además, los dos expertos del departamento de Ingeniería Química y Ambiental están trabajando en las utilidades de la pala como bioadsorbente ecológico de metales. Trituran y tamizan las palas hasta obtener una biomasa, similar a un serrín, que luego sirve para quitar de las aguas residuales metales pesados como el plomo, el cadmio o el cobre.

Los investigadores tienen varias variedades de Opuntia en la finca Tomás Ferro que la Politécnica tiene en La Palma. Aun así, critican que ya es «misión imposible» encontrar chumberas silvestres en Cartagena. «La cochinilla y la sequía las ha matado», lamentan.