Los amantes del coleccionismo tienen una cita obligada en la tienda que Cáritas tiene abierta desde hace cuatro meses en la calle San Francisco. El local reúne centenares de objetos, reliquias y piezas de colección donados por ciudadanos anónimos. «En muchos casos se trata de personas que, tras la muerte de un familiar, heredan la casa y nos donan todo su interior, desde los muebles a máquinas de coser y vajillas», señala María Ángeles Sanchos Casas, una de las diez voluntarias que se encarga de recibir el material, clasificarlo y atender al público.

El precio de los artículos varía desde los cincuenta céntimos hasta 170 o 200 euros, «aunque por ejemplo, se puede adquirir un traje de cartagenera por unos 700 euros», apostilla.

Entre los objetos expuestos destacan auténticas curiosidades, como relojes antiguos de mucho valor, platos de porcelana, cuadros, cuberterías de plata, bolsos y hasta piezas de joyería y bisutería.

Los libros tienen gran aceptación entre el público y, prácticamente a diario, las voluntarias venden unos 30 euros «teniendo en cuenta que se pueden adquirir a 25 y 30 céntimos», apostilla.

Hay clientes que son adeptos. «Señores muy conocidos de Cartagena que pasan a diario a mirar por si hemos recibido algo nuevo que les interesa. También hay algunos que ya tenemos fichados, que tienen sus propias tiendas e intentan engañarnos, pero estamos atentas. Vienen buscando monedas y sellos pensando que aquí van a encontrar un chollo para luego revender el material», señala.

Cada día hacen una caja media de unos cien euros, aunque hay días en que superan los 300. El dinero se ingresa a diario en el banco, en la cuenta de Cáritas.

Las voluntarias hacen este rastrillo, que permanecerá abierto hasta el próximo junio, desde hace seis años.

«Todo lo que trae la gente está en muy buen estado. Cuando se trata de ropa, la mandamos a Obolo, la tienda que Cáritas tiene en la calle San Fernando», dicen.

La tienda de Cáritas abre de lunes a sábado, de once de la mañana a una y media de la tarde; y de cinco a siete y media u ocho. Se trata de una forma de colaborar con los más necesitados visitando la tienda o donando esas cosas que hay en todas las casas y que nunca se utilizan.