Vaya semana llevamos de portada en noticieros nacionales. El caso de Lucía, la pequeña que se quitó la vida por no aguantar más, vuelve a reabrirse. La presión de los medios, de la familia y el constante trabajo del incombustible, joven y ya prestigioso abogado cartagenero Antonio Casado han hecho posible que un sobreseimiento vuelva a someterse a investigación.

Para los que no entendemos nada de justicia se nos hace difícil entender que con un muerto un asunto se archive, pero no me hagan caso que la ignorancia es siempre atrevida, porque si les obligáramos a encontrar culpable cada vez que alguien se quita la vida, con 4.000 suicidios al año, la cosa se les pondría imposible.

Sin embargo esta vez no va de echarle la culpa al director del banco porque el agobiado y a la fuerza insolvente, se quitó la vida a la misma vez que su piso, sino de investigar quién no cumplió con el protocolo previsto cuando a una niña la corren a gorrazos, a insultos o simplemente la condenan a morir de miedo.

Sucede igual cuando un trabajador cae de un andamio porque no se le había provisto del arnés correspondiente según ley, que un accidente se convierte en un delito y de eso debería tratarse esta vez, que las medidas de seguridad están para cumplirse, ya sea abrochándose el cinturón o armándose de protocolo.

A la vez, y de juzgado en juzgado por cadenas nacionales el caso PAS no deja en paz a nadie y uno se pregunta de qué PAS estamos hablando esta vez, porque intentar saber cuántos PAS caben dentro del propio PAS es tarea imposible, que si me voy si me imputan, que si me investigan es otra cosa, que yo voy a informar y se va a aclarar todo, o que lo que quería decir es que me iría si me abrieran juicio oral.

No soy sospechoso de defender a chorizos pero cuando de asuntos penales se trata tenemos que ser serios, que con la libertad no se juega. Es verdad que estos políticos ya no sabían qué decirnos para convencernos de que les volviéramos a votar después de que la corrupción se les salía por todos los bolsillos de pantalón propio y ajeno, pero como somos facilones en eso de que nos engañen, al final en una de esas atropelladas dijeron que si alguien había oído que habían dicho que decían que habían visto pasar una mano cerca de una sala de imputación, dimitirían en un pis pas.

Ahora viene cuando la matan y el razonamiento se impone. No creo que haya que estar obligatoriamente de acuerdo con la justicia, se acata la mayoría de las veces porque no nos queda otra, pero un fallo judicial -aún menos una imputación o investigación- no tiene por qué ser garantía de lo correcto o de lo incorrecto, habida cuenta que está dependiendo de una persona, con sus virtudes, sus defectos, sus aciertos y sus fallos, más cuando, no es que quepan recursos, sino que aun no se ha juzgado a nadie.

Sería larga la lista de errores, supongo que mucho más la de los aciertos, si tiramos de historia. El asunto se complica cuando para que a usted o a mí nos hagan pasar una noche en un calabozo sólo hace falta que su mujer o la mía, digan que ese arañazo fue con nuestro empujón, y me parece justo, en la sociedad que hemos conseguido hacer, que inocentes tengan que pasar noches en calabozos para que culpables no sigan haciendo de las suyas de día y de noche.

Ese es el precio, pero de ahí a decir que un investigado sea tratado como un culpable sin recurso, va un trecho. En todo caso miren a Urdangarín, está juzgado, cabe recurso y no se le va a ocurrir a nadie encerrar a alguien que no piensa fugarse y que aún puede defenderse. Si acaso, borremos a PAS del mapa esta misma tarde, que trabajo hecho, no corre prisa.