Cuando la noticia empieza con lo de 'esa conocida marca de cola', 'ha muerto víctima de una larga enfermedad' o 'sucedió en unos grandes almacenes', la sensación de que no somos todo lo libres que necesitaríamos inunda el perfil informativo. El asunto encabeza páginas con lo de 'una empresa de ambulancias vulnera el derecho de los trabajadores' y lo que realmente nos acaba interesando, más que el derecho vulnerado, es la marca de cola, la de los grandes almacenes o la de ambulancias, sobre todo por si nos coge con el corazón partío. Búsquese un amigo que trabaje con la sirena puesta todo el día y dígale que le enseñe los SMS de su móvil remitidos por la seguridad social, verá la lista interminable que empieza por alta ayer a las 8.00, baja hoy a las 17.00, alta el jueves a las 15.00, baja el viernes a las 6.00 y así docenas de mensajes atrás.

No es eso lo peor, que lo que parece haber expedientado y soportar las quejas de los sufridos conductores de ambulancias es que trabajan 16 horas, deberían trabajar 9 y les pagan sólo 10, por hacer una cuenta sencilla. Eso sí, las horas exactas de su trabajo están perfectamente dados de alta y mientras duermen en casa, pasan al paro y homologamos el disparate encendiendo y apagando su modelo laboral, como si fuera la sirena de sus furgonas, que en la naturaleza de su funcionamiento está el on/off permanentemente asumido.

No imagino cómo cobrarán el desempleo, que mientras estén en la cola del paro les volverá a pitar el móvil y ya están de alta otra vez; suerte que tienen especialistas cercanos para administrar la esquizofrenia. Dicen los que tienen memoria que en el asunto de médicos y enfermeros este sistema es bien conocido. Intuyo que si usted o yo damos de alta a nuestros colaboradores de lunes a viernes y los sábados y domingos al paro, para volver a contratarlos el lunes, miércoles o jueves y luego otro martes, lo mismo alguna inspección se presentaría en la puerta de nuestras empresas más pronto que tarde, que la administración tiene sus privilegios y no pequeños.

Prueben si no, a poner a sus equipos jornadas maratonianas como las de los médicos o enfermeros, de esas de trabajo dos días seguidos y libro tres, o salgo de turno a las 13.55 pero entro de guardia a las 14.00, que si un empleado suyo le acaba denunciando por ver dos amaneceres seguidos desde la ventana del mismo despacho, usted no saldrá vivo.

Un camionero no podrá exceder sus horas manejando una máquina con ruedas, pero para manejar personas parece que la cosa no funciona igual, que estos héroes incombustibles tienen que ser capaces de mantener su estado de alerta, atención y dotes magníficas para salvarnos la vida cuando le requiramos, además de ser amables, simpáticos, empeñados a fondo en este caso concreto, que es el mío y es único e irrepetible, que lo que otro corra poco me cansa... Y como no hay nadie más importante que yo, ni que decir tiene que el éxito tiene que estar garantizado.

Una vez un médico me enseñó que los errores de un fontanero se resuelven con soldadura, los de un carpintero con púas, pero los suyos no tienen solución y que si a él no se le toleraban errores en su profesión por qué el taxista, el camionero, el fontanero o el cocinero podían cometerlos sin que les supusiera un problema más allá de taparlo con la masilla de turno. Seguramente la diferencia es que los suyos se tapan con tierra.

En cualquier caso no hagan mala sangre y quédense con que tenemos el mejor sistema sanitario del mundo, aunque la vida laboral de algunos sea más larga en folios que los días sin pan, sin longaniza, sin sofá y sin la pantalla plana de casa que algunos tienen que recorrerse dos veces por semana.