Procedente de la localidad manchega de Villanueva de los Infantes llegó a nuestra ciudad Ramón Manuel Belmonte de Busto, comerciante y propietario de un establecimiento que inició su andadura durante la segunda década del siglo pasado. Casa Belmonte se encontraba en el número 17 de la calle del Carmen, una céntrica vía en la que se entremezclaban todo tipo de industrias como almacenes de coloniales, posadas, droguerías y tiendas de muebles como la que hoy recordamos.

La competencia era grande y Casa Belmonte lo tenía difícil pues, pared con pared, en el número 15 estaba ´Las tres puertas´ de Pedro Antonio Soto que también se dedicaba a la venta de muebles aunque su especialidad eran los somieres, producto que también fabricaba y vendía Belmonte. Por eso no es extraño que para que no se equivocaran los clientes al pasar por delante tuviera colocada una mano señalando la entrada.

Si por algo se caracterizó Belmonte fue por el uso abundante de publicidad en todos los medios escritos de la ciudad bien fueran periódicos diarios o revistas como ´Cartagena Ilustrada´. A ésta última corresponde un anuncio en el que se explicaban claramente los motivos por los cuales las ventas de la empresa iban aumentando. Entre ellos se decía primeramente que era por su manera de servir al comprador, por tener un gran surtido de muebles o ser la casa que más barato vendía. Pero con eso no era suficiente y por ello afirmaba que también influían las reformas en el local que permitían comprar con comodidad, el ser una casa seria en todas sus operaciones, y el hecho de que el comprador entrara en estos almacenes como si fueran suyos e hiciera de los precios lo que tuviera por conveniente.

Seriedad, prontitud y agrado eran las consignas a la hora de hacerle un encargo, algo importante sobre todo si se trataba de dormitorios para parejas con fecha de boda. Pensando en estos clientes y en otros posibles durante una época los domingos Belmonte preparó una exposición de dormitorios y para anunciarla no dudaba en afirmar que «algunos solteros se animarían». Aunque su especialidad eran los dormitorios también fabricaban gabinetes, despachos, salones, tresillos y muebles de todo tipo.

Pocos años después de su inauguración amplió sus productos con una sección de lunas y cristales a precio de fábrica que incluía también vidrios del tipo ´imprimé´ en colores azul, amarillo, morado, verde y blanco muy utilizados por los constructores de la época en ventanas y miradores.

Pero no contento con ello puso también a la venta gramófonos de la conocida marca ´La Voz de su Amo´ en los que los cartageneros de antaño pudieron escuchar entre otros al gran tenor Miguel Fleta gracias a los discos que se vendían en la tienda a precios muy económicos. Y si de precios hablamos qué mejor que recurrir a lo que Belmonte decía de ellos que era lo siguiente: «Si por la competencia hubiese que rebajar los precios esta casa está dispuesta a seguir haciéndolo pues aún se gana dinero». Y con esta filosofía sobrevivió a la Guerra Civil, episodio en el que varios comercios desaparecieron, superó la dura postguerra y permaneció abierto hasta principios de los años setenta en los que tras medio siglo de atención al cliente cerró sus puertas definitivamente.