Querido alcalde, con el debido respeto:

Enhorabuena. Desde el pasado martes ya tiene su equipo de Gobierno aprobados los presupuestos para este 2017. Además, gracias al apoyo de esos a los que, en otro tiempo, mandó usted desalojar del Pleno, tras aquel famoso enfrentamiento con su portavoz, Manuel Padín, que le valió aparecer en todas las televisiones del país y convertirse en el alcalde más impopular de España.

Pero como todos sabemos, «la política hace extraños compañeros de cama», y así, esa famosa frase -que algunos atribuyen a Winston Churchill, pero que google asegura que la copió del escritor Charles Dudley Warner, y que más tarde matizó, genialmente como siempre, Groucho Marx, con aquel «no tanto como el matrimonio»-, se demuestra una vez más, en el Ayuntamiento de Cartagena.

Y no digo esto porque crea que Ciudadanos no merece el crédito suficiente para sustentar su Gobierno, ¡ni mucho menos! Es más, siempre he creído, como he manifestado aquí mismo en más de una ocasión, que las mayorías alcanzadas a través de alianzas entre partidos, son más útiles para los ciudadanos que las mayorías absolutas que, con el paso del tiempo, se convierten en auténticos feudalismos partidistas (y en esta ciudad sabemos algo de eso). Lo que me sorprende es que sus simpatías y coaliciones van cambiando a tal velocidad que, los que no estamos en la pomada, perdemos la perspectiva y no sabemos muy bien quienes son unos y donde están otros

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En este caso yo felicitaría a Ciudadanos porque creo que con su manera de negociar estos presupuestos ha beneficiado la economía de mucha gente al tiempo que ha conseguido, -esperemos que cumpla usted lo pactado-, una montón de compromisos que parecen de máxima urgencia: el arreglo de la plaza del Lago, un proyecto firme para la recuperación del Anfiteatro, la mejora de los accesos peatonales y en bicicleta al hospital Santa Lucía y el acondicionamiento del Parque Torres, entre otros.

Sin embargo puestos a analizar ´fenómenos´ extraños me gustaría preguntarle una cosa; ¿por qué Ciudadanos ha tenido que obligarle a firmar el compromiso de bajar el agua en tres meses para apoyar los presupuestos de este año?

Si no recuerdo mal, y le aseguro que no porque lo he comprobado para escribir esto, el documento de mínimos donde se marcaban los objetivos que su partido exigía al resto de formaciones políticas que habían conseguido representación en el Ayuntamiento de Cartagena para negociar con Movimiento Ciudadano tras las elecciones, exigía en su último apartado «un reparto justo y equitativo del presupuesto regional. Bajada del precio del agua. Rebaja del IBI en un 16% el primer año. Desaparición de sanciones y multas con afán recaudatorio a través de las cámaras cazamultas. Rebaja del sueldo de los concejales un 15%».

Usted mismo dijo en más de una ocasión durante aquellos ajetreados días de conversaciones, negociaciones y compromisos, que el documento era «innegociable y no admitía recortes». Pues es lo que no entiendo muy bien, alcalde, que casi dos años después haya tenido que venir otro partido a obligarle a tomar una medida que usted mismo había prometido.

A no ser que aquel documento se redactase pensando en negociar con el Partido Popular que era, y es todavía, quien tiene la llave de la bajada del agua, como usted ha reconocido ahora: «La capacidad del Gobierno local para aprobar la nueva tarifa es nula. Además que no se puede cargar ningún plazo al Ayuntamiento porque el precio definitivo tiene que ser aprobado por la Consejería de Presidencia, que es la que tiene las competencias».

Sea como fuese lo importante es que, de una forma u otra, los cartageneros parece que nos vamos a favorecer de una rebaja del agua. Ya sea del 10% que acordaron ustedes o del 6,4% que es la propuesta de la empresa concesionaria, puesto que el portavoz de Ciudadanos, en un gesto de responsabilidad política, señaló que «en el caso de que jurídicamente no sea posible llevar a cabo la bajada del precio, se procederá a validar la propuesta de la concesionaria del servicio de agua, Hidrogea».

Me parece alcalde que ahora ya no le parece tan ´cortito´ el señor Padín. Y es que, al final el tiempo pone a cada uno en su lugar. Cada reina en su trono, cada payaso en su circo, y cada fantasma en su castillo.