La institución benéfica Hospitalidad Santa Teresa celebra su centenario esta noche en el auditorio el Batel, a las 21.00 horas. La celebración, de carácter anual, viene haciéndose desde el año 2001, pero en esta ocasión es especial puesto que conmemora los cien años que cumple su constitución. Nació con el objetivo de dar cobijo y alimento a aquellas personas más desfavorecidas, como transeúntes, drogodependientes y personas que carecen de techo, y así lo sigue haciendo.

Su presencia en la sociedad cartagenera es muy relevante y su acción, cada vez menos ayudada por instituciones, según cuenta el presidente de la Hospitalidad, Vicente Vilar. Como muestra de esta afirmación, en los últimos años ha visto materializado un acuerdo con el Servicio Regional de Empleo y Formación (SEF) -en el año 2011 cristalizó- y, el mismo, se ha visto truncado por la falta de medios de los que han provisto a la institución benéfica, así como la inexistente homologación final de diferentes cursos de formación.

Y es que el aprendizaje, consideran desde el centro, resulta indispensable para que aquellas personas que se encuentran en desgracia por diferentes razones «puedan ser aquello que eran o lo que anhelaban ser».

Cuenta Vilar que los compromisos relativos a la formación de la persona que pasa por sus centros «son difíciles de cumplir, ya que exigen una estancia algo mayor a dos únicos días». Y es que son tan sólo dos o tres días los que, a día de hoy, puede permanecer alojada una persona sin recursos en sus instalaciones. Este dato resulta más llamativo si lo comparamos con la duración de la estancia que se da en Jesús Abandonado en Murcia, con un mínimo de 15 días. Esto, dice, ocurre por la falta de financiación y visibilidad de la institución benéfica, dado que no ven rentabilizados sus acuerdos con la Comunidad y el Ayuntamiento.

«Poca gente en Cartagena sabe que existe la Hospitalidad de Santa Teresa y, menos aún, dónde se encuentra», afirma. Añade que «se hace necesario complementar los cursos de formación con cursos iniciales de autoestima», con el objetivo de aumentar la confianza que los transeúntes o sin techo tienen en sí mismos. Además, la Hospitalidad ha visto diversificarse la gente que allí se da cita: desde transeúntes y personas con problemas, hasta personas avocadas a situaciones dramáticas por desavenencias conyugales o gente que por la crisis ha perdido empleos y recursos.