Se nos está haciendo el cuerpo a lo falso y acabaremos no siendo capaces de descifrar verdades ni mirando a los ojos. Esta crisis nos vino muy bien para la salud porque nada más salir de ella han empezado a crecer las bajas por enfermedad, será que los que tenemos trabajo debemos ser los únicos para quienes dejar atrás la escasez empeora la gastritis, al menos a la vista de las estadísticas. En todo caso, parece lógico que ocurra eso como mínimo, si la incapacidad laboral la firma uno de esos falsos médicos también laboralmente incapaces, que acaban liándonos en alguno de los sistemas de salud de Murcia, Cartagena o Andalucía, como el último caso que un doctorado en la UMU recetaba antibióticos en Huelva durante 5 años y nadie se dio cuenta de que el forúnculo no mejoraba.

Los modelos de control en nuestro sistema son de lo más peculiar. A un inmigrante llegado a España siendo un bebé y ahora en 4º de la ESO con todo aprobado, para obtener la nacionalidad le piden someterse a un examen de español, no sea que haya cursado los últimos 14 años en árabe en algún colegio estatal y no nos hubiéramos dado cuenta que no tiene competencias para homologar aprobados en la lengua de Cervantes si no son nacidos aquí mismo. La cosa es que en la naturaleza humana está engañar, estafar, urdir tramas para enriquecerse y es inevitable que suceda, pero en la nómina del Estado está indiscutíblemente generar los protocolos para protegernos a todos.

No me digan que no es para que el miedo nos desborde, que lo que le otorgue validez a un médico para ser contratado sea un papelito firmado con marco en madera noble, que con la tecnología de un peine y cinco euros hoy, podemos fusilar cualquier documento sin levantar la más mínima sospecha, pero si usted dice que ha perdido la documentación de su viejo vehículo del 63, para expedir un duplicado necesitará notarios, testigos, tasas, fotos, ingenieros, visados de industria y un largo etcétera de casi 8 meses, como si estuviera reinventando de nuevo el submarino Peral.

Debe ser harto complicado y de imposible protocolo hacer una llamada a la universidad de origen, ésa que dice el susodicho haberle instruido, y solicitar un certificado oficial, aunque a la vista de que los que en su oficio y en su nómina tienen la obligación de la investigación y el contraste de la veracidad de la noticia antes de poner ventiladores en marcha, han obrado con nefasta dosis de profesionalidad estos días, qué le vamos a exigir al pobre funcionario que pone el sello y dice p'adentro, sobre todo, si sigue con la extra congelada.

Produce vértigo que nadie entre cientos de periodistas fuera capaz de hacerse la más mínima pregunta acerca de Nadia, debe ser que buscamos problemas para obtener sus dones y la foto solidaria siempre deja buen dormir, por falsa que fuera. El día del último accidente aéreo, mientras el telediario contaba que nadie desde el avión pidió ayuda, en internet se podían escuchar las grabaciones de may day a gritos ensordecedores y es que todo no puede ser verdad simultáneamente porque repetir más veces las mentiras no las convierte en certezas, ni siquiera aunque se griten más alto.

No se sientan culpables si se le saltaron las lágrimas, es lo correcto; y ninguno de nosotros somos responsables de algunas estafas porque si en un tribunal está permitido que el acusado mienta y en la nómina del juez esta averiguar la verdad, en la de las administraciones está la obligación de generar un modelo que determine la seguridad y la confianza de que cuando usted sube a un avión el piloto es piloto y cuando una noticia es noticia, que algo tenga de verdad, pero sobre todo, que cuando vaya al médico no esté acudiendo a un malabarista de lunes a viernes.