­El soldado Andrés Merino (Cartagena, 1976) cumplió su promesa. Anunció que no se iba a rendir en su lucha para lograr lo que la Justicia falló que le pertenece y se plantó en Madrid para reivindicar que el Ministerio de Defensa no ha cumplido. «Harto» de que no acaten la sentencia que obliga a indemnizarle con una pensión por una invalidez ocasionada en dos accidentes en acto de servicio, Merino emprendió el pasado martes una huelga de hambre en la sede del Ministerio.

«Mi familia me pide que abandone. Me dije: déjalo, tú tienes la sentencia ganada. Mis hijos -tiene seis- me echan de menos. Las noches son muy largas, hace frío y llueve», expresa Merino antes de añadir que «está agotado». De hecho, «el sábado casi abandono». Pero no baja los brazos: «Pienso en los que han quedado atrás; así que mientras aguante sigo aquí».

El soldado Merino fue despedido de las Fuerzas Armadas en 2013 por «insuficiencia de condiciones psicofísicas, ajena a acto de servicio». Sin embargo, el TSJ de la Región le dio el pasado mes de mayo la razón: anuló la resolución y estableció su derecho a percibir una pensión ya que la lesión fue «adquirida con posterioridad a su ingreso en las Fuerzas Armadas». Defensa solicitó recientemente al TSJ murciano una aclaración de la sentencia.

Merino sufrió un accidente militar en Afganistán en 2004, por lo que fue declarado 'apto con limitación de grado 3'. Después, en 2011, sufrió otro accidente, un resbalón, cuando ejercía como legionario en la base militar de Álvarez de Sotomayor, por lo que le implantaron seis tornillos de titanio y dos placas metálicas.