La investigación del archivero de la cofradía marraja Alfonso Pagán ha dado un vuelco a la creencia de que la actual puerta del Arsenal se construyó en el siglo XVIII. Y es que, según su estudio, el actual acceso las instalaciones militares data del siglo XIX, ya que el encargo de la reina Isabel II de construir una torre en la que colocar un reloj importado de Londres obligó a derruir la puerta original.

En su investigación, documentada en los archivos Naval y Municipal de Cartagena, así como en el general de Simancas y en la Biblioteca Nacional, Pagán revela que el autor de aquella puerta primigenia no fue Sebastián Feringán, sino Mateo Vodopich. El investigador afirma que Feringán hizo una puerta provisional en la actual ubicación, «ya que tenía proyectada la definitiva más al sur, en la esquina donde ahora está la redonda de la Universidad». Así, Pagán asegura que la construcción fue del sucesor del arquitecto en la dirección de las obras del Arsenal hasta su conclusión en 1782 y fecha las obras entre 1765 y 1768.

Sobre aquella puerta que fue derruida, el archivero marrajo sostiene que «no tenía una triple entrada, sino tan sólo una con un arco de medio punto con medias columnas o pilastras de orden dórico toscano adosadas a los lados y rematada con un frontón triangular que sobresalía unos pocos metros sobre el muro».

Plano fechado en 1864

El descubrimiento de Pagán revela que esta primitiva puerta se mantuvo durante el resto del siglo XVIII y más de la mitad del XIX, hasta que por Real Orden la reina Isabel II decidió colocar en la estructura un reloj traído de Londres. «Esto motivo que se derruyera y se mandara construir una puerta nueva», afirma.

Un plano fechado en marzo de 1864 muestra el diseño de una triple puerta con torre para colocar el reloj de cuatro esferas. El diseño correspondió al capitán de navío del Cuerpo de Ingenieros Tomás Eduardo Tallerie, del que se pensaba hasta ahora que sólo había realizado la torre.

Las obras de esta segunda puerta comenzaron en 1863, concluyendo en mayo de 1866, fecha que se había confundido, según el investigador, con la colocación del reloj, que fue en febrero de ese mismo año.

Apenas tres años después comenzaron las primeras reformas de esta segunda puerta, con la inclusión de un postigo en la puerta lateral y otra más importante, en 1872, con la balaustrada de la azotea, que no se encontraba en el proyecto original.

Finalmente, según Pagán, en 1907 se sustituyó toda la parte superior de la torre, la cúpula y las columnas originales que la sostenían por unas nuevas realizadas en acero, así como la viguería para soportar todo el conjunto. Unas obras diseñadas por el ingeniero Antonio del Castillo.

Más actuales son los trabajos para igualar la altura de las tres puertas por la necesidad de ordenar el tráfico de entrada y salida de las instalaciones. Fue en 1966, cuando se registraba un flujo de unos 500 vehículos al día, y las obras contemplaron la demolición de parte del muro a ambos lados de los arcos, por lo que las dimensiones ahora de la puerta son mayores que la realizada en 1866.