Iron Man, el hombre de hierro, creado en 1963, es uno de los superhéroes más conocidos de la Marvel. Su carácter casi indestructible le dio nombre a la disciplina deportiva más dura de la historia. Se trata de un triatlón extremo sólo apto para atletas con una mente y un cuerpo privilegiado. Ya para ser un gran ciclista hay que destacar por el tesón, el entrenamiento y la capacidad de sufrimiento sobre la bicicleta. Si a ello le añadimos una maratón corriendo a pie y casi cuatro kilómetros nadando, todo ello seguido, sin posibilidad de descanso, nos encontramos ante una disciplina deportiva que tal vez no podrían soportar ni los mismísimos Aquiles, Hércules o Sansón.

En Kona, en la Isla Grande de Hawái, se celebra, desde 1978, el campeonato del mundo de esta modalidad que creó Julio Díaz, un infante de marina que quiso buscar quiénes eran los mejores y más completos atletas. Aquella edición la ganó el estadounidense Gordon Haller. Desde entonces la cita es el sábado de octubre más cercano a la luna llena. Este año allí hemos tenido a nuestro héroe de Pozo Estrecho: Pedro José Andújar Bastida, un cartagenero digno de pasar a los anales de la historia ya por el solo hecho de haberse clasificado para la gran final. Han sido cuatro años de durísimo entrenamiento y grandes marcas en las fases previas. El salto lo dio en el último campeonato de Lanzarote, donde quedó primero en su categoría, dando un magnífico triunfo al Club Deportivo Trirunner de Pozo Estrecho, que preside Ramón Navarro y que está haciendo una gran labor con el deporte y la juventud de la comarca.

Andújar casi se subió a una bicicleta antes de saber andar. La afición la lleva en los genes paternos, los de su padre. Desde hace veinte años lo hemos visto siempre pedaleando por las carreteras del trasvase y después en los velódromos. Perteneció al Club Ciclista de Roldán y fue campeón de España en categoría cadete. Destacó en los europeos y mundiales en juveniles. Desistió del ciclismo profesional y ahora se ha volcado en el triatlón. En Hawái se ha subido al podio como número cuatro del mundo en su categoría de 25-29 años (suben al podio los 5 primeros). Se ha costeado su viaje y el de su pareja a los confines del mundo y agradece la colaboración de amigos y empresas que, sin ser un futbolista mediático, lo han apoyado para hacer posible su sueño.

Su madre, la escultora Mayte Defruc dice de él que es «trabajador, concienzudo y responsable» y como es lógico, está orgullosísima de él. Tanto que, en lugar de ir a Madrid a recoger su medalla del Foro Europa 2001, que coincidía en fechas, se ha marchado a acompañar a su hijo a Hawái, porque una ocasión como esta es histórica e inolvidable para la familia, los amigos, Cartagena, nuestra Región y el deporte en general. Por su parte, sus compañeros y los vecinos galileos han inundado las redes de felicitaciones y mensajes de cariño y admiración para nuestro héroe. Hemos de sentirnos orgullosos de su proeza y hemos de reconocer su trayectoria y su determinación como un aliciente para todos, un ejemplo para reencontrarnos con lo mejor de nosotros mismos y motivación para una juventud actual, demasiado perdida y sin rumbo cierto.

Hemos olvidado la cultura del esfuerzo y el sacrificio por alcanzar una meta. Lo que está de moda es aspirar a un golpe de suerte, que te toque la lotería, que tu hijo sea futbolista famoso y haga rica a la familia, o ganar un concurso televisivo de esos que no se exige tener ni una arruga, ni siquiera en el cerebro. Pedro José nos reconcilia con lo mejor del ser humano: 'men sana in corpore sano'. Con sencillez y un corazón muy grande, una suerte para sus seres queridos y para sus amigos, que lo adoran.

A Andújar, tras dominar las aguas, las ruedas y la tierra, solo le resta volar, y bien cerca que ha estado de los cielos. Enhorabuena.