Desde hace relativamente poco tiempo ha aparecido un nuevo concepto de patrimonio, unos bienes que, hasta ahora, carecían de protección. El patrimonio cultural inmaterial puede ser definido como; los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas, junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes, que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana.

Un ejemplo de este tipo de bienes es el trovo, manifestación cultural que une la poesía popular y la improvisación, descansando en unas rígidas reglas, a las que los troveros deben ceñirse.

El trovo es una manifestación cultural que surgió en muy diferentes lugares, y entornos socio-culturales; como en Andalucía, Canarias, el País Vasco, Italia o en gran parte de Sudamérica. El trovo en la Región de Murcia está relacionado de manera directa con la minería, pues las condiciones sociales en la cuenca minera de Cartagena y La Unión propiciaron una libre forma de expresión que servía, al igual que ciertos palos del flamenco, como muestra de las tensiones sociales derivadas de la explotación de los trabajadores que vivían de manera miserable. Aunque la aparición del trovo en tierras murcianas se estima en el siglo XVIII, es mucho más tarde cuando se convierte en una imprescindible muestra de nuestra cultura, extendiéndose, entonces, desde la mina, escenario original de los trovos, al campo de Cartagena y a la huerta murciana.

El trovero palmesano más laureado de la historia, José María Marín, creador del trovo murciano moderno, al emplear a un cantaor para que éste le cantara sus improvisaciones que le dictaba al oído. Característica singular de nuestro trovo, que lo diferencia de otras manifestaciones similares.

Es evidente que el trovo cumple con la definición de patrimonio cultural de carácter Inmaterial, por tanto es obligatoria su conservación. La Asociación Trovera José María Marín, desde 1992, se encarga, de manera muy acertada, de preservar y difundir este bien cultural, realizando multitud de actividades que aseguren el conocimiento de esta tradición. Publicaciones, visitas pedagógicas a colegios, relaciones con troveros de otras latitudes y veladas demostrativas, son algunas de las actuaciones que la Asociación desarrolla.

Pero, aunque las tareas de promoción y protección llevadas acabo por asociaciones culturales son imprescindibles, son las administraciones públicas las encargadas, al igual que en el caso de cualquier bien cultural físico, de velar por el patrimonio cultural inmaterial, implementando las herramientas necesarias que aseguren la supervivencia y apoyando a las actividades programadas por las entidades especializadas en el arte de la improvisación.

Pero las actuaciones de los poderes públicos a la hora de proteger un bien inmaterial, deberán tener en cuenta que el bien en cuestión tiene que respetar: la libertad de expresión, no debe ser discriminatorio, debe reconocer el protagonismo de las comunidades portadoras del patrimonio cultural inmaterial, debe ser accesible, también es imprescindible la colaboración entre las Administraciones Públicas y de las comunidades o grupos portadores de los bienes culturales inmateriales, es necesario el reconocimiento del dinamismo propio al patrimonio cultural inmaterial, ya que se tratan de manifestaciones vivas, en continuo desarrollo