La vida es un soplo y según las épocas o según donde te toque vivir, se puede perder en cualquier instante, así que, incluso en las mayores desgracias, nada mejor que conjurar los malos espíritus y esquivar a la señora de la guadaña con buen vino, buenos amigos, música, bailes, ritos y fiesta que nos haga creer en un mundo feliz, al menos mientras el cuerpo aguante. Pero si hay unas fiestas evolucionadas estas son, aunque parezca paradójico, las que recurren a la historia y a la tradición, para reconocerse como colectividad y afrontar el futuro con ganas renovadas.

Gran idea la que tuvieron unos cuantos en 1990 de organizar unas fiestas históricas en Cartagena, en conmemoración de los enfrentamientos entre carthagineses y romanos por el dominio del Mediterráneo, de Iberia y del mundo conocido. Aquella apuesta de unos cuantos soñadores se ha convertido en una de las fiestas más interesantes del Mare Nostrum, gran foco de atracción cultural, festivo, turístico y económico para esta ciudad cada día más renovada.

Unos años antes, al terminar en la universidad, tuve la oportunidad de conocer parte de la bella Italia y la maravillosa Toscana, donde supe de la existencia de una de las fiestas medievales de caballos más antiguas que se conocen en las engalanadas calles y en la plaza del Pueblo en Siena. Todo un sueño imaginar un ambiente así en Cartagena y, poco a poco, lo vamos consiguiendo. Nuestras fiestas se van integrando en la ciudad, se van abriendo al municipio y van atrayendo a toda la comarca. Ha costado mucho esfuerzo de festeros y organizadores de las tropas y legiones, pero ya casi nadie dice eso de «son unas fiestas cerradas en el campamento, unas fiestas para unos pocos». Para que las fiestas salgan hay que empezar a preparar las del próximo año justo cuando se terminan, y de eso sabemos en todos los pueblos y eso es lo que pasa en Carthagineses y Romanos. Sin duda, los implicados verán muchas cosas por mejorar, pero las fiestas van a más y se merecen el reconocimiento internacional porque el interés de los turistas va cada año en aumento.

A veces no valoramos del todo lo nuestro, pero se van derribando todas las murallas y es justo reconocer que tenemos motivos para sentirnos orgullosos de unos festejos que nos han conquistado por su mezcla de historia, cultura, fiesta, teatro, música, deporte, solidaridad, arte y gastronomía, con un gran recinto y, a la vez, con la implicación de toda la ciudad, sus plazas, murallas y el puerto. Una muy completa mezcolanza para unos inolvidables días en la hermosa Cartagena.

Nuestra ciudad tiene una oportunidad sin igual de sobresalir como la gran fiesta del Mediterráneo, liderando todas las fiestas históricas. A la gran base social de las distintas agrupaciones que forman parte de tropas y legiones, hay que seguir sumando el decidido apoyo de la Administración, los museos, las universidades y las empresas. Carthagineses y Romanos es nuestra gran riqueza, un tesoro que aún podemos poner más en valor.

Unas fiestas con un gran futuro en el que hay que destacar la cada vez mayor presencia e implicación de los jóvenes y de los niños, que participan en numerosos actos. Como siempre, la escuela es fundamental y es muy positiva la colaboración de las familias, de los educadores y de la Federación en estas labores de divulgación.

Unas fiestas no son solo desmadre o botellón, unas fiestas pueden ser algo muy divertido pero muy serio: Un momento especial para sentirnos pueblo, para sentirnos sociedad, para reconocernos en nuestra tierra y en nuestra historia, para vernos reflejados en tantas gentes que dieron su vida por su familia, por sus conciudadanos, por la libertad o por el progreso.

Darnos cuenta de lo absurdas que son todas las guerras y que al final siempre las sufren los mismos, que en todos los bandos hay verdad y esperanza. Al final, lo único que nos salva es hacer una ciudad nueva, ojalá sea sin arrasar la que nos legaron.