Mis inicios en el mundo de las artes plásticas están ligados a mi maestro el pintor cartagenero Enrique Gabriel Navarro, pero también le deben mucho a la escultora Maite Defruc, que nos ha transmitido tanta pasión por el trabajo bien hecho, por la creatividad y por la constancia. Con Maite, siendo aún adolescente, hice varios cursos de modelado en arcilla, bajorrelieves y mosaicos, sin olvidar un par de veranos que estuvimos haciendo esculturas con arena en La Manga, ante la atenta mirada de niños y turistas.

De origen palmesano, a los 28 años, después de estudiar Artes y Oficios en Murcia y escultura y talla en piedra en Madrid, estableció su taller en Pozo Estrecho, que ha sido lugar de peregrinaje para enamorados del arte y aprendices escultores, así como lugar obligado de visita para colectivos y asociaciones de la Región y para los visitantes significados a los que se lleva a ver las pinturas murales de la iglesia de San Fulgencio, del siglo XVIII y la otra joya de la localidad: su taller y la pequeña sala de exposiciones anexa.

Si hay experiencia inolvidable es ver a Maite Defruc enfrascada en su trabajo de modelar sus hermosas criaturas en movimiento: bailarinas, caballos, toros, desnudos... y luego quedar sobrecogido por el tremendo y preciso trabajo de verla fundir con la antigua y totalmente artesanal técnica de la cera perdida, tal como hacían los antiguos etruscos, una tarea laboriosa que exige gran técnica y un dominio propio de los dioses del fuego. No se conoce otra mujer que disponga de tal fuerza, tesón y arte que sea capaz de realizarla en la actualidad como ella lo ha venido haciendo durante años.

Maite ha sido profesora de la Universidad Popular y ha impartido cursos por toda España y el extranjero, ha participado en encuentros y simposios de arte y ha expuesto por todo el mundo. Pasa su vida a caballo entre una casa en Pozo Estrecho, una antigua y remodelada cueva en Guadix o un piso en París. Su primera exposición fue en 1972, en Lorca; después expuso por toda la Región y varias veces en Madrid; y ya en 1985 comenzó a exponer casi todos los años en París, en distintas salas y museos, donde ha cosechado éxitos, reconocimientos y distinciones. En varias ocasiones ha expuesto en la sede de la UNESCO en la capital francesa y desde 1999 vienen reclamando su obra desde los Emiratos Árabes. Este mismo año ha expuesto en Dubái, e impartido cursos en un hermoso proyecto solidario. La solidaridad y el altruismo son características de esta gran artista y mejor persona. Desde hace años colabora con la Asociación PROMETEO, atendiendo a un colectivo de jóvenes con necesidades especiales con su gran labor artística, entre la que destaca un taller de belenes tradicionales de la Región.

Ha hecho trofeos para innumerables eventos, certámenes, festivales o premios de todo tipo. Es de destacar, que su obra está presente en numerosos monumentos en calles, plazas y paseos de todo el mundo: desde su famoso Cristo en el Monasterio de Verdún, Francia; hasta varios en París, Madrid, Cartagena, Torre Pacheco, Santiago de la Rivera, Águilas, Huelva, etc. De entre todos, el que más ha trascendido, sin lugar a dudas, ha sido su famoso crucificado, con la cruz rota por la mitad y cuya parte superior está sostenida por el propio brazo del Cristo, mientras el otro cuelga. Es una potente imagen cargada de simbolismo, de gran plasticidad y originalidad.

El gran Sebastián Escudero la incorporó al equipo organizador del Festival de Lo Ferro. Desde entonces ha colaborado realizando el trofeo melón de oro y el de la ferreña y decorando el escenario y el recinto con sus esculturas. Este año el Festival le ha otorgado a Maite, con toda justicia, la Medalla de Oro en la gala de clausura, con presencia del presidente del Festival Mariano Escudero, el alcalde de Torre Pacheco, Antonio León, el concejal de Cultura de Mazarrón, Pedro Martínez, la consejera de Cultura, Noelia Arroyo y, sobre todo, muchos amigos de la Región y de fuera, incluso de países como Francia, Emiratos Árabes o Australia. Maite Defruc, titán de la escultura, cartagenera que ha de ser profeta en su tierra.