El doctor José Antonio Luque es un cartagenero de esos de los que se puede decir que, con su honra, honor y múltiples virtudes, Cartagena bien se lo merece. Cuando podría estar viviendo tranquila y plácidamente, anda enfrascado en la noble lucha de conseguir que a la trimilenaria ciudad se le reconozca el merecido título de ´Provincia´. Por supuesto, él y muchos mas, pero es el doctor Luque el que más despierta mi admiración por cuanto en él coinciden todos esos ingredientes necesarios para la consecución del tan ansiado fin, como son, entre otros, la corrección y el diálogo sin descalificaciones.

No se me molesten los demás seguidores, ni mi héroe de Cavite, que reconocerle los méritos a alguien no es ensombrecer a los demás. Lo de enarbolar la bandera del Cantón ha sido un gesto precioso hacia la historia de la ciudad y las jóvenes generaciones de hoy, que debiera tener su continuidad anual en el tiempo como símbolo de identidad y carácter del pueblo cartagenero.

Recordar con gestos que fuimos un Cantón no es otra cosa que no olvidar nuestra historia pasada y que somos, los que ahora estamos aquí, los responsables de escribir la página de hoy de nuestra historia. Pero recordar el pasado obviando las consecuencias de los actos de nuestros antepasados, nos podría llevar hoy a escribir páginas de historia tintadas con los mismos errores de ayer, lo que no sería ni bueno, ni inteligente. En aquel tiempo Cartagena quiso ser un Estado independiente, con su propia moneda y su propia fuerza armada. Sus cuatro navíos se batieron en la mar con valentía, la ciudad luchó hasta su último aliento y el resultado, ¡ay!, el resultado fue el que fue, nos dieron por todas partes. Hoy queremos otro Cantón pero con el moderno nombre de provincia, la segunda de la Región, cuando no la primera en lo económico, y para ello el doctor Luque y muchos más, están luchando con la fuerza de la razón y el razonamiento, que para eso los tiempos han cambiado, aunque algunos aún no se han dado cuenta y siguen disparando estulticias.

Si lograsen su objetivo, la Región sería mucho mas región y nuestro potencial económico y político sería mayor y más fuerte, entonces€, ¿por qué no la apoyan desde Murcia?, o ¿por qué no la apoyan los ayuntamientos limítrofes?..., ¡esa es la cuestión!

Echarle la culpa a los murcianos, a los que nos gobiernan, incluso al señor obispo, de que no nos quieren dar nuestra provincia perdida no es más que la excusa de un trabajo imperfecto.

No quisiera molestar a nadie, y mucho menos al doctor Luque, por el que siento una verdadera amistad y admiración, pero ni antaño supieron hacer de Cartagena un Cantón al estilo de Mónaco, ni ahora se está llevando el tema como debiera hacerse, que no quiere decir que se esté haciendo mal, sino que puede hacerse mejor. La provincia de Cartagena debe ser un proyecto solicitado y consensuado por y con todos los ayuntamientos limítrofes, con especial audiencia a la ciudadanía. No es explicarle las bondades del proyecto, que son obvias, sino pedirles su apoyo y consenso.

Habría que empezar por el nombre de la nueva provincia, pues quizás a los ciudadanos de La Unión, por ejemplo, no les guste llamarse cartageneros, o sí, no lo sé, ¿alguien se lo ha preguntado?

Una vez consensuado el nombre, hay que crear unos intereses comunes que nos una, como por ejemplo un tejido empresarial unido buscando un mismo fin, y no hablo de la COEC que eso todo el mundo sabe lo que es y para lo que sirve.

Me refiero a un proyecto económico común que genere fuertes lazos, aunque sea por el interés de los cuartos. Hay que generar la unidad intermunicipal deportiva y festiva, con eventos de todo tipo realizados en común y sostenidos en el tiempo. Con estos objetivos conseguidos, la provincia política cae como fruta madura. Pero si se intenta imponer una provincia cartagenera a aquellos que no la quieren o no terminan de identificarse con ella, metiéndoles por el paso estrecho el cartagenerismo porque sí, el proyecto terminará como el alzamiento cantonal de antaño€, en un fracaso.

¿Qué€?, ¿si la biprovincialidad es buena?, ¡muy buena!..., pero, mientras no se superen las viejas y obsoletas rivalidades contra los murcianos, que algunos aún llevan el mono decimonónico, y los ayuntamientos limítrofes a Cartagena se sientan irrenunciablemente murcianos, la cosa no transcurre por el camino deseado.

Lo dicho, si todos los que piden la biprovincialidad tuviesen la actitud y la mentalidad joven, abierta y moderna del doctor José Antonio Luque, la provincia ya sería una realidad.