Como bien sabe el seguidor fiel de esta sección, de vez en cuando suelo recordar aquellos lugares o edificios que antaño tuvieron su protagonismo en nuestra ciudad, y que por uno u otro motivo desaparecieron para siempre sin dejar huella alguna.

En esta ocasión invito al lector a viajar a la Cartagena de finales del siglo XIX, a salir de la ciudad traspasando el umbral de las Puertas de Madrid y girar a la izquierda para dirigirse hacia el Barrio de la Concepción. La rambla de Benipila se cruzaba por el entonces denominado 'Puente de los Siete Puentes', una construcción que hizo funciones de acueducto y que posiblemente debiera su nombre a la sociedad de aguas 'Siete' que fue quien lo construyó. Y poco antes de llegar al Barrio de la Concepción en esa salida imaginaria nos topamos con el objeto del artículo de hoy, el Huerto de los Palmeros.

Una inmensa extensión de miles de metros cuadrados en la que las palmeras cubrían casi por completo toda la superficie excepto un pequeño camino que lo atravesaba y que recibía el nombre de 'Camino de los Palmeros'. Semejante finca o hacienda necesitaba unas instalaciones para su mantenimiento y para ello contaba con una gran balsa y una noria que sacaba el agua gracias al movimiento de un buey. El lugar debía ser bastante atractivo y llamativo como lo demuestra el hecho de que fuera fotografiado en su momento con la intención de hacer postales como las que acompañan esta historia. De haberse realizado el proyecto de Ensanche, Reforma y Saneamiento de Cartagena diseñado en 1896 por los ingenieros García Faria, Ramos Bascuñana y el arquitecto Francisco de Paula Oliver Rolandi toda esta zona se habría poblado con varias manzanas de edificios y el huerto no habría conocido el entonces cercano siglo XX.

Pero dicho proyecto fracasó y por eso en 1907 el huerto fue el escenario de una merienda con la que el Ayuntamiento obsequió a los 400 obreros que habían trabajado en el Palacio Consistorial con motivo de la visita de los Reyes de España a la ciudad. También en 1919 con motivo de la terrible inundación del 29 de septiembre de ese año el huerto fue el mudo testigo de un acto heroico para recordar. El alcalde de barrio Celestino Gómez, el sereno Francisco Montoya y dos jóvenes que les acompañaban consiguieron salvar de una muerte segura a tres personas que gritaban pidiendo auxilio.

A juzgar por las fotografías aéreas que se conservan de la zona sabemos que durante los primeros años de existencia del Asilo de Ancianos de las Hermanitas de los Pobres, inaugurado provisionalmente en 1929, todavía existía una gran cantidad de palmeras aunque había empezado a mermar el número de las mismas. Pero el destino estaba escrito y la zona era muy apetecible para ser ocupada por viviendas, por eso no es extraño que la sociedad 'La Conciliación' decidiera construir una gran urbanización. Un proyecto que diseñó el arquitecto modernista Víctor Beltrí, con amplias calles y varios modelos de casas algunas de las cuales todavía hoy se conservan. El 2 de junio de 1935 finalmente se colocaba la primera piedra de la citada urbanización y desaparecía para siempre el Huerto de los Palmeros, un lugar con encanto e historia digna de ser recordada.