Ahora que nos estamos acostumbrando al desgobierno no nos vendría nada mal la reivindicación por la que la no interferencia acaba dando de sí lo suficiente como para no tener nada que envidiarle al intervencionismo establecido a la vista de los fantásticos resultados que otorga el dejarnos ser nosotros mismos, en funciones, sin más cera que la que arde. Ejemplos tenemos de desgobierno, pero ninguno como estar a la contra de los ordenados chalets y urbanizaciones, de sus paseos regulados, de sus semáforos y sus fachadas horneadas monocolor abrazando las contaminadas aguas con mucho mal del Mar Menor. Y con devoción desde el otro extremo, el alto Mediterráneo de la vuelta de la esquina, observar cómo un ordenado caos emerge con un ecosistema plagado de griterío de zagales, de botijos, de máster en reciclado por la universidad de lo escaso, de placas solares y depósitos de agua recogiendo calor y color de contadores furtivos franqueando de cerca un modelo alegal dominado en modo innegociable por la siesta, la pesquera y los baños en las más cristalinas aguas turquesa del Shangai de aquí mismo.

Rodear la mini bahía a bordo produce sensaciones que muchos navegantes reclamarán para sí y es que cuando algo funciona, no se toca. Dicen los que saben, que desde el siglo XVIII los pobladores de la zona vienen adiestrando la tarde sin más pretensión que la espera de la fresca, sin tregua ni ausencia para no dejar hueco a quienes con plano y ordenación urbana en mano pretendieran poner límite a lo que sólo respeta la querencia a lo mío que otorga el uso. Si la propiedad no utilizada es un abuso material, en la otra parte del discurso debe estar la Algameca Chica, porque como lo uso es mío y no hay abuso de propiedad. Seguramente el limbo legal para los que pretenden aplicar el límite de lo mío es mío y lo tuyo negociable, haga de freno cómplice en defensa de Raíces, como han llamado los organizadores al I Festival Internacional de Poesía Algameca Chica, gestado tras una visita guiada por José Ibarra, uno de los autores que más nos puede enseñar sobre este rincón privilegiado, hace unos meses.

Así que el fin de semana del 22 de julio vayan haciendo sitio en sus agendas porque desfilarán por el emblemático lugar dejándonos sus versos reconocidos nombres de la literatura y la poesía, todos magistrales, pero entre ellos uno que es abanderamiento de la pelea incansable por la cultura y las letras, reconocido en todos los lugares donde un verso pueda encadenarse y me refiero a Antonio Marín Albalate a quien un día de estos, dicho sea de paso, esta ciudad siempre ingrata debiera rendir el homenaje que merece. La organización pretende dar cobertura a este paraje y evitar su desaparición, como si no fuera suficiente que medio mundo sepa ya de este lugar por docenas de programas de televisión, o que desde Quitapellejos, se desplazaran a hacer el baño y limpieza a la Algameca en el XIX o que dispusieran de taberna en 1861, y donde hubo un bar hoy no puede haber algo distinto a un Bien de Interés Cultural.

Este Ayuntamiento, tan empeñado en el cartagenerismo o en celebraciones de levantamiento cantonal, tiene una oportunidad para poner nombre ordenado a lo que ya está ordenado por los vecinos con más de 100 casas y evitar que algún conservador con querencia al desahucio aparezca con un plano para no-conservar y en unos años tengamos spa y chill out a 100 euros la noche y nos digan que todo habrá sido por nuestro bien.