Pese a no ser tan conocido como 'el Chalet', su principal competidor, el balneario de San Pedro del Mar también merecía tener su protagonismo en estas historias. Fue un 10 de julio de 1901, como hoy, cuando el rico propietario de minas Pedro Casciaro Lobato recibió una Real Orden del ministerio de Agricultura, Comercio y Obras Públicas autorizándole a construir un balneario de carácter permanente. Su ubicación era envidiable, en la costa de Levante del puerto de Cartagena y muy cerca del barrio de Santa Lucía.

Un año después Casciaro solicitó edificar un pabellón en el muelle de Alfonso XII para los bañistas que esperaban su traslado mediante lanchas de vapor al balneario y una escala de madera para el acceso a las mismas. Disponía de dos lanchas con los nombres de 'San Pedro' y 'Purísima Concepción' que operaban entre las seis de la mañana y las doce de la noche. En la misma zona del balneario el dueño poseía una magnífica finca de recreo llamada 'Quinta de San Pedro del Mar' y provista de amplios jardines.

Se puede hacer una idea el lector de lo que significó para Cartagena esta instalación leyendo este comentario de la prensa de la época: «las excelentes condiciones de aquel sitio, las comodidades de que se disfruta y la amplitud de sus dependencias y habitaciones acondicionadas para familias, son alicientes bastantes que sugestionan e impelen a gozar de aquel delicioso establecimiento, que viene a llenar una de las necesidades en Cartagena sentidas».

Respecto a los precios, por cincuenta céntimos se podía tomar un baño templado en habitaciones con pila de mármol o un baño frío en una caseta particular, y por diez un baño general. Contaba también con un departamento de duchas que podían ser empleadas con efectos medicinales o puramente de placer. La fonda ofrecía cuartos independientes individuales por dos pesetas al día y de matrimonio por cinco pesetas. Otro régimen de estancia pensado para familias era el de alquiler de casitas amuebladas compuestas de cinco habitaciones, cocina, despensa y patio. Los precios de éstas oscilaban entre las cuatro pesetas pagadas por nueve días y las trescientas que se pagaban por los tres meses de verano.

Otro de los puntos fuertes del balneario era el servicio de restaurante pues no hay que olvidar que la mayoría de los clientes venían a disfrutar de un día completo de baño. Fueron varios los hosteleros que explotaron este servicio pero entre los primeros figuraron los señores Vilella y Plá, propietarios entonces del llamado 'Restaurante Inglés' situado en la calle Mayor de nuestra ciudad. La buena fama de este restaurante hizo que el alcalde Ángel Bruna lo eligiera para homenajear al gran escritor Miguel de Unamuno cuando vino a hacer de mantenedor de los Juegos Florales del Ateneo en 1902. A ese acto siguieron otros muchos que por evidentes razones de espacio no es posible mencionar, sin duda alguna el balneario hasta su desaparición en la década de los cuarenta del siglo pasado tuvo un protagonismo importante en el veraneo de los cartageneros, algunos de los cuales todavía recuerdan los buenos ratos pasados en 'San Pedro del Mar'.