La madre naturaleza debe estar contenta, al menos con la situación de dos plantas de Cartagena. Se trata de la manzanilla de Escombreras y el garbancillo de Tallante. Ambas están en peligro de extinción, pero aún hay esperanzas gracias a la Escuela de Agrónomos de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), de la Comisión Europea de Medio Ambiente y de la OISEMA (Oficina de Impulso Socioeconómico de Medio Ambiente) de la consejería de Agricultura.

Desde hace años ambas especies están catalogadas en la lista regional y nacional como plantas en peligro de extinción debido a las escasas poblaciones existentes. Ante esta situación, el equipo formado por Juan José Martínez (catedrático de Botánica) y María José Vicente (doctora en Ingeniería Agrónoma) decidió ponerse manos a la obra. Para ello llevaron a cabo dos líneas de trabajo. Todo comenzó hace once años cuando la UPCT y el Gobierno regional firmaron varios convenios para el estudio y conservación de las especies. Así, la Región «está obligada por ley», según Vicente a elaborar estos planes.

Sólo en dos lugares

La Anthemis Chrysantha, conocida como manzanilla de Escombreras, es una planta anual, «que solo esparce semillas una vez al año» describe Martínez. La manzanilla de Escombreras es una especie prácticamente única ya que solo existe en dos lugares del mundo. Uno de esos sitios es Cartagena, concretamente en la isla de Escombreras y en La Azohía; el otro, en Argelia. De ahí el especial interés por salvaguardarla.

Para impedir su desaparición, la UPCT firmó en 2005 un convenio con Medio Ambiente financiado con 52.000 euros, que tenía varios objetivos, como estudiar todos los aspectos biológicos relacionados con la especie (germinación, florecimiento o dispersión) y abordar su reintroducción en su hábitat natural. Desde 2015, la financiación de estas investigaciones corren a cargo de la Fundación Biodiversidad y de la Autoridad Portuaria.

Entre los grandes logros del proyecto, Martínez destaca «la replantación de la especie, gracias a los conocimientos adquiridos de su ciclo biológico; conseguir que sea capaz de dar muchas semillas y la divulgación de esta planta» mediante algunas actividades como cursos, talleres, excursiones y un cuento ilustrado para niños.

Menos de 200 ejemplares

La historia de Agrónomos con la Astragalus Nitidoflorus o garbancillo de Tallante, también se originó en 2005. Una vez que la financiación regional acabó en 2011, solicitaron un proyecto a la Comisión Europea bajo el nombre 'Proyecto LIFE+Garbancillo de Tallante'.

A diferencia de su 'compañera', el garbancillo es una planta que sólo se halla en las zonas de Tallante y Los Puertos de Santa Bárbara. Existen muy pocos ejemplares: entre 100 y 200 adultos. Debido a esa «escasísima» población su replantación es «muy importante», dice Martínez.

Descubierto en 1909 por el botánico Jiménez Munuera, éste se llevó al Real Jardín Botánico de Madrid la muestra de un tallo prensado de la planta. Desde ese momento hasta los años 90, nadie se acordó del garbancillo. Fue en esa década cuando un especialista lo encontró en la entidad madrileña y preguntó a los expertos murcianos sobre la existencia de la planta. «Éstos -cuenta Martínez- no sabían nada de la especie, la buscaron y al no encontrarla se dio por extinta». No obstante, por «casualidades del azar», en 2004 fue redescubierta y, dos años más tarde, la UPCT empezó a trabajar en ella.

La tarea del equipo de Agrónomos liderado por Martínez y Vicente centró su trabajo en varios aspectos: el estudio biológico del garbancillo, la elaboración de un plan para su conversación, la divulgación y la creación paralela de la ECUGA (Entidad de Custodia de Territorio del garbancillo de Tallante). El proyecto europeo llega a su fin este mes, aunque el Gobierno regional ya se ha comprometido a poner en marcha el plan de recuperación de esta especie (y de la manzanilla).

Varios de los miembros del equipo de la UPCT, así como otras personas crearon la asociación sin ánimo de lucro ECUGA, que busca «llevar a cabo un conjunto de estrategias para implicar a los propietarios y usuarios del territorio en la conservación y el buen uso de los valores y los recursos naturales, culturales y paisajísticos», explica Vicente. Para llevar a cabo esta labor han firmado acuerdos y convenios con agricultores, que han cedido las tierras que no explotan, y empresas de la zona. Así han sumado más de 30 hectáreas, donde han plantado semillas de garbancillo.

Martínez recuerda que el blog Los Porqués de la Naturaleza otorgó el reconocimiento 'Planta del Año' al garbancillo.

El futuro en manos de la lluvia

El futuro es algo impredecible y, en el caso de la naturaleza, «depende del cambio climático», explican ambos expertos. Sin embargo, Martínez se muestra entusiasmado ante la pregunta de sí ambas especies se salvarán. Reconoce que «están en el límite, en la cuerda floja», pero confiesa que es optimista y hace hincapié en que sería «una pena que ahora que se conocen más en profundidad estas especies, se perdieran por culpa de un episodio climático». Por su parte, Vicente asegura que «el garbancillo depende de la lluvia de los próximos años». Así, conceden, el futuro de ambas plantas está en manos del cambio climático.