Ha ganado el certamen regional que se celebró el lunes en la Escuela de Hostelería de Cartagena , ¿qué siente?

Era la primera vez que me presentaba a un concurso. Mis aspiraciones eran hacerlo bien y cumplir con el tiempo que nos daban para la prueba. La verdad es que he superado mis expectativas y estoy muy orgulloso. Ahora, a hacer un buen papel en el campeonato nacional que se disputará en octubre en Barcelona.

¿Hay mucha afición al café?

Ultimamente se aprecia que la gente se interesa más por el café. En el propio concurso había mucha gente profesional, tanto entre los jueces como entre los asistentes. Aumenta la afición poco a poco y en eso también intervienen los medios, que sirven de altavoz para las competiciones.

¿Sabemos apreciar el buen café?

Poco a poco vamos aprendiendo, pero aún queda mucho. Falta, por ejemplo, integrarlo en los restaurantes. Se pueden hacer cosas espectaculares con el café y eso se tiene que aprovechar. Debe ser tan importante para un restaurante como el maridaje de los vinos. En cuanto a los ciudadanos, cada vez son más conscientes y piden más calidad, como con la comida, ya sabemos cuándo el producto es bueno y cuando no.

¿Qué opina del café de cápsulas?

Nosotros no lo utilizamos porque apostamos por el café más natural y con su componente manual. Es igual que las máquinas que seleccionan la cantidad exacta para una dosis en las cafeteras tradicionales. En estos casos ahorran un paso porque la cantidad de café está fijada, pero eliminan el toque manual que puede permitir que el café sea perfecto.

Conocerá mil tipos de café, ¿alguno especial?

El que utilizo es colombiano y tiene toques a frutos rojos, con un toque de acidez. Lo que ya no se lleva es el torrefacto, bajo ningún concepto. Hay dos variedades típicas, como la arábiga y la robusta y esas son las que trabajamos.

El café va por barrios, como todo. ¿Dónde hay más afición?

En Galicia, Barcelona y, sobre todo, en la Región.