Hace unos días, el colectivo ArtNostrum, del que formo parte, ha inaugurado una exposición que, a modo de carta de presentación, se puede contemplar en el Museo Regional de Arte Moderno sito en el Palacio Aguirre. El momento aglutinó a medio millar de amigos, colegas, artistas y gentes de las distintas ramas de la cultura local y regional. No sabría cómo escribir unas líneas de los compañeros que me acompañan en esta aventura, si no fuera porque a estas alturas uno ya ha aprendido algunas cosas, como que esa de que subas al burro o vayas a pie, o subas a tu mujer o a tu hijo o a ambos o a ninguno, al final, siempre te critican, así que, obviando que en ello estoy embarcado, he de dedicar unos sorbos de esta agua que mi aljibe reposa y que, si no calma la sed, al menos refresca.

Si yo, que tanto desdeño a todo tipo de forofos, soy uno de los que dice que los nacionalismos se curan viajando, no voy a venir ahora a ensalzar las virtudes de esta suerte de cofradía de pintores, escultores, fotógrafos y grabadores, con aquello de 'somos los mejores'. Sin embargo, ArtNostrum es un grupo de 15 artistas plásticos con una trayectoria significativa dentro del panorama regional y, en varios casos, también nacional e internacional. Que no están todos es evidente, porque este rincón del Levante da más artistas plásticos y visuales que flores los almendros. Ya lo dice el conservador de museos y crítico de arte Juan García Sandoval, que dónde se ha visto otro lugar con tantos pintores declarados. Yo no sabría decir si es por tantas horas de luz, por una luz tan arrebatadora, por lo benigno del tiempo, por la brisa mediterránea, por la belleza mezclada por siglos de nuestras gentes, o por tanto patrimonio cuidado o en ruinas, que hasta lo decrépito puede ser bello.

ArtNostrum, como otros colectivos, viene a marcar el camino de la unión de esfuerzos y el intercambio de experiencias culturales y artísticas. La creatividad es el futuro de nuestra sociedad y también lo es la solidaridad y el hermanamiento. Estamos viviendo momentos difíciles para la humanidad y para el arte y a ello hay que enfrentarse con experiencias de colaboración y esperanza. No hay horizonte posible que no pase por estar juntos y ello es más necesario en la cultura y el arte, que son, al fin y al cabo, lo que nos hace más humanos.

El colectivo ha elegido un barco fenicio como símbolo de su voluntad de remar juntos y de salir fuera, de navegar ampliando horizontes sin importar fronteras, intercambiando experiencias y cultura, y transportando piezas de arte que, como metales preciados o necesarios productos vitales, han de conformar un necesario mercado. El arte y la cultura, se olvida a menudo, es una industria y su producción y exportación se ha de considerar de interés estratégico.

El pintor Marcos Amorós no puede ocultar su sensibilidad de músico para elevarnos como pompas de jabón entre lo exótico y lo anhelado, entre lo pequeño y lo profundo. El palmesano Pérez Casanova nos engancha con un realismo espiritual que hace mágico cualquier rincón. El fotógrafo y pintor Antonio Gómez Ribelles nos devuelve el hermoso eco de nuestras pequeñas historias familiares, un viaje infinito desde la memoria. El escultor Alfredo Guillamón, con su aparente sencillez, construye un valioso discurso de acercamiento al equilibrio y la sencillez, a la textura y la suavidad. El pintor y muralista Kraser, ha llenado nuestros muros de exuberantes paisajes surreales, desbordantes de color y barroquismo contemporáneo. Luis Marino empezó con la pintura, se desbordó en la escultura y se ha sumergido en los paisajes íntimos de la fotografía del alma y de lo primigenio. La pintora Piedad Martínez nos hace perder nuestra mirada en la belleza de lo cotidiano, nos hace atravesar ventanas y perdernos en horizontes como quien anhela el paraíso perdido o un fresco vergel florido en el desierto de nuestro mundo. La escultora Belén Orta construye nuevos mundos con todo tipo de materiales, tallando piedras o haciéndonos volar con los libros antiguos de su madre. Álvaro Peña nos dibuja el alma humana que habita en los cuerpos sinuosos, retorcidos o insinuantes con trazos valientes y composiciones fantásticas. El pintor Cristóbal Pérez un día se dejó la certidumbre y la comodidad y se llevó sus bártulos a pintar el mundo, y llevarnos a otras ciudades y otros mares llenos de luces. Sáenz de Elorrieta nos esculpe la luz y el mar, nos llena el mundo de seres imaginarios, convierte el hierro en algo grácil y nos hace zambullir en unos mares llenos de peces fantásticos. La pintora Rosana Sitcha es capaz de emocionarnos recreándonos una ciudad, como es capaz de atraparnos con la belleza de una mujer que reina en el mar con sus cabellos como tentáculos de luz y color. Salvador Torres, pintor que hace reales mundos fantásticos, que hace actuales momentos eternos y que hace cercanas escenas exóticas, nos presenta unas obras llenas de símbolos y de inteligentes juegos surrealistas con el tiempo y el espacio. Vidal Máiquez, con su tórculo, sus papeles, sus tintas, sus ácidos y sus planchas, nos impresiona con unos horizontes que nos hacen pensar y sentirnos inquietos y a menudo desasosegados.

Es un honor compartir esta singladura con estos amigos. Os esperamos por el Muram, un museo que tiene que ser casa de todos, donde habrá visitas guiadas, talleres y encuentro.