Hace muchos años que empecé a interesarme por el origen del mosaico de Cervantes, ese auténtico icono de nuestra ciudad con cuyos versos nos familiarizamos todos los cartageneros desde que somos pequeños. Quería averiguar de quién había sido la idea de su colocación, la autoría de su diseño y el del mural horizontal que lo acompaña, y qué mejor momento de darlo a conocer que el cuarto centenario del fallecimiento de nuestro escritor universal. Fue el literato José Belda Carreras, hermano del famoso escritor de novela erótica Joaquín Belda, el que desde 1906 tenía claro que había que homenajear a Cervantes colocando versos en los que éste hiciera referencia a nuestra ciudad.

Afirmaba que eran cuatro las veces en las que Cartagena aparecía mencionada, dos en El Quijote, una en El licenciado Vidriera y otra en Viajes al Parnaso de la que decía que era «encomiástica hacia nuestro puerto». Precisamente ésta última iba a ser la elegida por el ayuntamiento de Cartagena para ponerse manos a la obra, algo que hizo inicialmente en julio de 1939 con un proyecto del arquitecto municipal Lorenzo Ros que finalmente no se realizaría. Pese a que se llegó a solicitar permiso al Gobernador Militar para acometer la obra, habría que esperar tres años para volver a saber algo del tema, concretamente una referencia a la preparación y embellecimiento de los dos huecos.

La prensa local, concretamente El Noticiero, llegó a escribir textualmente en mayo de 1942 «que los azulejos que estaban destinados a esta obra están en el almacén municipal», algo que como más adelante veremos no era cierto. La inacción del Consistorio provocó que el señor Belda escribiera una carta al director en El Noticiero dirigida al alcalde en febrero de 1945, instándole a culminar la obra. El silencio municipal continuó y esta vez el relevo de Belda lo cogió el escritor cartagenero Agustín Samper, colaborador habitual del periódico y que en noviembre de 1946 publicó otra misiva con las mismas intenciones.

Esta vez el alcalde Manuel Zamora fue rápido de reflejos, le contestó al día siguiente en la misma sección y finalizó su respuesta con estas palabras: «Han quedado dictadas las órdenes pertinentes para que su propuesta sea realidad en el plazo indispensable, engalanando con ella a Cartagena, y en nombre de la Ciudad, y gratitud de mi cargo, digo a usted muchas gracias». De nuevo el arquitecto municipal Lorenzo Ros fue el encargado de realizar el diseño y contactar con diferentes empresas nacionales dedicadas a la cerámica.

El tiempo apremiaba y sería la sevillana ´Antonio Vadillo y Plata´, sucesora de ´Hijo de José Mensaque y Vera´ la que finalmente realizaría ambas piezas. La vertical con la imagen del escritor y sus versos, y la horizontal con la vista del puerto de Cartagena y la escena de la batalla de Lepanto en la que Cervantes participó. La autoría material de la obra correspondió al artista sevillano Eloy Recio, pintor ceramista de gran renombre, profesión que heredó de su padre.

Tras algún contratiempo, incluido un retraso en la elaboración debido a una enfermedad del pintor, los dos murales llegaron a nuestra ciudad. Ocho años habían transcurrido desde que el Ayuntamiento se tomara en serio la idea, y ocho días le llevó al destajista cartagenero Ramón García Castejón la colocación de las piezas. No hubo inauguración oficial, el 10 de junio de 1947, año en el que se conmemoraba el cuarto centenario del nacimiento de Cervantes, por fin nuestra ciudad le rendía su más que merecido homenaje.